Nosotros los jotos / Yo soy sola

Alto, de ojos marrones y barba rubia, Roberto entró a una tienda de deportes a comprar un short y una playera para correr. Al verlo, Emmanuel sintió un flechazo y se apresuró a atenderlo.

Muy sonriente, el vendedor sugirió un conjunto según la petición del guapo cliente y con una chispa en la mirada lo invitó a que pasara al probador.

Cuando Roberto salió y, pícaro, preguntó "¿cómo se me ven?", Emmanuel no pudo evitar fijarse en sus piernas fuertes y pobladas de vellitos dorados, mientras exclamaba: "¡Excelentes!".

Roberto iba acompañado por su mamá, pero se las ingenió para dejarle al promotor su tarjeta de gerente bancario.

Al día siguiente, los veinteañeros tuvieron su primer cita y una semana después, tras darse en la boquita sus plátanos flameados como remate de una cena romántica, se hicieron novios. Al poco tiempo empezaron a vivir juntos.

"Los fines de semana eran mis favoritos", me contó el querido Emmanuel. "Hacíamos de comer, limpiábamos la casa, salíamos a pasear; ya sabes, era la etapa del enamoramiento con recaditos tiernos y pétalos en la cama".

Eso fue hace cuatro años. Todo parecía ideal, pero en un viaje a Tecolutla, Veracruz, Emmanuel fue picado por el venenoso aguijón de los celos cuando se dio cuenta de que Roberto no dejaba de mirar a un muchacho muy guapo.

El joven inseguro decidió tomar la puerta falsa del matrimonio para no perder al amado y ser feliz para siempre, y le propuso que se casaran. La boda tuvo lugar hace año y medio en la Delegación Iztacalco del DF., ante la jueza Patricia Reyes, quien el 12 de marzo de 2010 había casado a la primera pareja gay.

"Era el día más increíble de mi vida, y lloramos juntos de emoción".

La pareja vivía todavía su luna de miel cuando el papá de Roberto murió a causa de la diabetes, y su madre cayó en depresión. Como Emmanuel es estudiante de enfermería -termina en diciembre-, los recién casados se fueron a vivir con ella para cuidarla, pero esa situación enfermó su vida.

El yerno se sintió gachamente desplazado, y el sexo que antes era de campanas y jadeos al vuelo, se volvió reprimido y flácido.

En una ocasión, Roberto tuvo que ir de trabajo a Puerto Vallarta y Emmanuel lo alcanzó el fin de semana. Al llegar, el joven enfermero sintió raro a su esposo, pero pasaron el día bien entre la playa y el mar.

"En la...

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