Ahogado de la risa

Era un día lindísimo y soleado, cuando un conejo salió de su cueva con su computadora portátil bajo el brazo y se puso a trabajar, bien concentrado, a la sombra de un árbol.

Al rato, pasó por allí un zorro quien, al ver a aquel suculento conejito tan distraído, que se le hizo agua la boca, pero quedó tan intrigado con la actividad del conejo que, curioso, decidió salir de dudas.

- Conejito -dice el zorro- ¿qué estás haciendo ahí, tan concentrado?

- Estoy redactando mi tesis de doctorado- responde el conejo, sin quitar los ojos de su trabajo.

- Ah -dice el zorro- y ¿cuál es el tema de tu tesis?

- Bueno -dice el conejito- es una teoría que prueba que los conejos son los verdaderos depredadores naturales de los zorros.

- Nosotros los zorros somos los depredadores de los conejos!

- Claro que no -dice el conejo- ven conmigo a mi cueva y te mostraré mi prueba experimental.

El conejo y el zorro entran a la cueva. Poco después, se escuchan ruidos indescifrables, gruñidos y silencio. Enseguida el conejo sale solo de la cueva y retoma su trabajo de tesis, como si nada hubiera sucedido.

Media hora después, un lobo pasa por el lugar y, al ver al apetitoso conejito, tan distraído, agradece en silencio el almuerzo.

Cuando se acercaba acechante, al lobo le da curiosidad la labor del conejo y decide preguntarle qué tanto hacía.

- ¡Hola, conejito! -dice el salivante lobo- ¿en qué trabajas tan arduamente?

- Es mi tesis de doctorado, señor lobo -dice el conejo- es una teoría que prueba que nosotros, los conejos, somos los depredadores naturales de varios animales carnívoros, inclusive de los lobos.

El lobo no puede contener la risa y estalla en carcajadas ante la petulancia del conejo.

- ¡Conejito! -dice el lobo mostrando su afilada dentadura- ¡Esto es un disparate! Somos nosotros, los lobos, los genuinos depredadores naturales de los conejos. Y ahora... ¡terminemos con esta charla absurda!

- Un momento -dice el conejo- si usted quiere, yo puedo presentarle mi prueba experimental... ¿le gustaría acompañarme hasta mi cueva?

El lobo no podía creer tan buena suerte ya que, además de comida, había asegurado un lugar dónde vivir.

Ambos desaparecen cueva adentro. Algunos...

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