Ahogado de la risa

Hay muchos libros que hablan de robots, pero no hay nada mejor que los chistes que tienen a estos aceitados amigos como protagonistas.

Un hombre entra en un restaurante de última moda y sale a recibirle un robot, perfectamente vestido, que le dice:

- Lo siento, señor, pero todas las mesas están ocupadas, tendrá usted que esperar una media hora. Estoy perfectamente programado y, si usted lo desea, mientras la casa le invita a una copa en la barra, podemos conversar un poco, para que la espera sea más agradable.

- De acuerdo, dice el cliente sorprendido.

¿Le importaría decirme cuál es su coeficiente intelectual?, pregunta el robot.

- Es de 160, responde el cliente.

Y durante los treinta minutos siguientes, el robot dialogó con soltura sobre los últimos acontecimientos culturales, la economía mundial; analizó las tendencias globales en política y habló sobre los más recientes avances científicos y tecnológicos.

El cliente queda muy impresionado y, al cabo de unos días, decide volver, pero, para ver cómo reacciona el robot, le dice tener un coeficiente de 85.

El robot estuvo los treinta minutos de espera hablando del desarrollo de la liga de fútbol, de los subcampeonatos del Cruz Azul y también de los últimos programas de televisión.

Lleno de curiosidad, por tercera vez vuelve el cliente a los pocos días y ahora, a la pregunta del robot, responde que tiene un coeficiente menor de 35.

El robot comienza a hablarle despacito y le dice:

- Así que volvimos a votar por el PRI, ¿verdad?

····

Dos ladrones se paran frente a la vitrina de una joyería y empiezan a contemplar un costosísimo collar de diamantes. Entonces un ladrón le pregunta al otro:

- ¿Cuánto crees que nos darían por esa joya?

...

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