Ahogado de la risa

Si alguien halla una lámpara y se le aparece el genio, pídale que los genios... ¡ya no sean tan remilgosos!

Agobiado por tantísima noticia de refugiados, ataques terroristas y bombardeos, un árabe camina cabizbajo por el desierto. De pronto nota que hay algo semienterrado en la arena y, tras excavar un poco, descubre que es una lámpara. Como suele suceder en estos casos, la frota y, ¡sorpresa!, aparece un genio (bueno, bueno, bueno, ni para él fue sorpresa, pero de que apareció... apareció).

-Qué suerte tienes -le dice el gordito del turbante-, ahora te podré conceder un deseo, pide lo que quieras.

-Quiero la paz en Oriente Medio -contesta el hombre sin dudarlo un instante-. Échale un ojo a este mapa, porque quiero que todos estos países vivan en paz.

El genio mira el mapa y no puede evitar soltar la carcajada.

-Hay amigo, necesitas ser más realista. Esos países se hacen la guerra desde ¡hace 5 mil años! La verdad es que soy bueno, pero no tanto. Concedo deseos, pero no hago milagros.

-Está bien -dice el pacifista tras pensar unos segundos-. Quiero a la mujer de mis sueños. Sólo pido que sea entregada a mi religión, pero que también tenga un muy buen sentido del humor; que le guste el sexo; que sea fiel; que disfrute limpiar la casa, lavar y planchar; que no sea parlanchina; que le guste mucho el fútbol; que aprecie una cerveza; que sea bonita y de buen cuerpo; que sea joven y cariñosa; que nunca me replique nada y que no le importe que no tenga dinero.

-Tú sí que le tiras alto -reprocha el genio asombrado-, a ver, ¡déjame ver de nuevo ese mapa de mierda!

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Pensando que pronto enviudaría, una joven -falsa como discurso de político- decide casarse con un multimillonario de 70 años. Conforme pasa el tiempo...

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