Baúl grupero / Duro contra ellos... y cómo la adoran

DEFENSORA DE las mujeres, con cuya voz estremece a la hora de interpretar cada una de sus melodías inspirada en los hombres ingratos, así es Paquita la del Barrio.

Originaria de Alto Lucero, Veracruz, Francisca Viveros Barradas, nombre de pila de la artista, encontró su vocación antes de su primera década de vida.

"Desde los 8 años empecé a cantar mis canciones allá, en Alto Lucero, desde chamaquilla", cuenta la intérprete de "Rata de Dos Patas", "Tres Veces Te Engañé" y "Me Saludas a la Tuya", quien nació el 2 de abril de 1947.

"Fui una de las gentes más humildes del pueblo, fui muy humilde, muy pobre, (pero) todo fue grato, porque te acostumbras a como naces. A como te querían tus padres te acostumbras. Yo vine aquí con vida y me da mi trabajo, me da la forma de vivir. ¡Cómo no va a ser grato para mí!".

Siendo apenas una adolescente, Paquita contrajo nupcias con Miguel Gerardo, 30 años mayor que ella, a quien conoció en el Registro Civil de su pueblo, pero con el paso del tiempo se daría cuenta de que el amor es un arma de doble filo.

"A los 15 años me enamoré del padre de mis hijos. Viví siete años con él, pero como era casado, ya decidí hacer mi vida y venirme al DF", recuerda con voz pausada.

Durante su matrimonio, Viveros procreó a Miguel y Javier, a quienes dejaría encargados con su mamá para irse a vivir a la Ciudad de México, en 1970.

Acompañada de su hermana Viola, con quien formó el dueto Las Golondrinas, la intérprete vivió un tiempo en el barrio de Tepito y después encontró trabajo en un restaurante.

"El Tío Plácido, quien es precisamente de Monterrey, él me dio la oportunidad a mi hermana y a mí de trabajar en La Fogata Norteña, un restaurancito que tenía en Insurgentes y Gómez Farías", señala Paquita.

"Ahí hicimos una audición y había, por cierto, mucha gente de Monterrey, porque vendían cabrito y variedad. Se llenaba el lugarcito; entonces, ahí empezamos a cantar, gustamos (al público) y ya nos quedamos ahí a trabajar".

Por azares del destino, Viveros conoció en el lugar a Alfonso Martínez, quien al poco tiempo se convertiría en su segundo esposo y a quien le dedicaría su famosa frase "¿me estás oyendo, inútil?".

"El segundo marido me faltó aquí, a la casa, me faltaba mucho. Entonces viví con esa desilusión, y una vez que no llegó, como siempre, me llegó un día en su carro, me subí y encontré un casete de Chelo Silva", explica.

"Empecé a escucharlo, y lo primero que escuché fue la de 'Cheque en Blanco'. Ahí empecé a llorar...

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