Cabilderas que corrompen

AutorMarco Appel

BRUSELAS.- En buena parte del mundo, las empresas productoras de refrescos y comida chatarra destinan enormes recursos para conservar las ganancias de sus negocios, aunque éstos afecten la salud pública.

El 16 de marzo de 2010, esas poderosas compañías consiguieron, tras una largo e intenso cabildeo, que la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo finalmente rechazara la propuesta de aplicar en todos los países de la región un sistema de etiquetas que, aun cuando destacarían el verdadero valor nutri-cional de los productos, podrían ocasionar una fuerte caída de las ventas.

Dicho sistema de etiquetas "tipo semáforo", que ya se utiliza en Inglaterra, hubiera permitido al resto de los consumidores europeos identificar de manera sencilla las cantidades de azúcar, grasas y sal que contienen los productos que compran, correspondiendo el color rojo a "alta", el ámbar a "regular" y el verde a "poca o nada".

"La industria agroalimentaria lanzó en esa ocasión una de las campañas de lobby más agresivas que han existido en el Parlamento Europeo para impedir tal reglamentación.

La Unión de Industrias de Alimentos y Bebidas (CIAA, por sus siglas en inglés, que en 2011 cambió su nombre al de FoodDrinkEurope), gastó mil millones de euros para lograrlo", refiere a Proceso Ivan Mammana, activista de Cor-porate Europe Observatory (CEO), una organización no gubernamental dedicada a destapar los excesos del cabildeo y casos de conflictos de interés.

La opinión favorable al sistema de semáforo que defendían las organizaciones de consumidores y las orientadas a la protección de la salud pública fue aplastada con los recursos económicos desembolsados por la CIAA, a la cual pertenecen Coca-Cola, Pepsico y marcas como Nestlé, Kraft Foods y Unilever, denunció la CEO en un reporte publicado en junio de 2010. Esa operación de cabildeo incluyó la transmisión de publicidad por televisión, desayunos con eurodiputados y una enorme cantidad de recomendaciones de voto que enviaron a éstos.

En vez de la iniciativa original, la CIAA favoreció un etiquetado que indica las proporciones de calorías diarias recomendadas para un adulto. Pero esto, observaron sus detractores, es más difícil de entender, menos eficiente, menos visible y poco relevante para el público infantil, que es el mercado al que se dirigen principalmente los productos azucarados.

La industria empezó su cabildeo desde que en 2006 recibieron de la Comisión Europea...

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