El carcelero de turbio historial

AutorJorge Carrasco Araizaga y Patricia Mayorga

A Eduardo Guerrero Duran, el principal carcelero de Joaquín El Chapo Guzmán, sólo le faltaba la bendición. Cuando el Papa Francisco acudió el miércoles 17 al Centro de Readaptación Social (Cereso) número 3, de Ciudad Juárez, a oficiar en la prisión que el sexenio pasado fue escenario de cruentas batallas entre bandas del narcotráfico, el ahora jefe de las cárceles federales mexicanas recibió un espaldarazo a lo que él considera la transformación de uno de los penales más violentos de México.

Pero detrás de la historia de éxito de ese Cereso estatal, que se le acredita a Guerrero cuando fue director de las prisiones de Chihuahua, hay también una secuela de muertes, extorsiones y compra de voluntades que hablan de un control corrupto impuesto en los penales de ese estado por el llamado Grupo Sonora, encabezado por el mismo funcionario.

Uno de los argumentos que el saliente gobernador de Chihuahua, César Duarte, vendió para que Jorge Mario Bergoglio visitara ese penal fue que ahí también se reflejaba la disminución de la violencia que había hecho de Ciudad Juárez la urbe más violenta del mundo.

Duarte explicó que donde había un altar a la Santa Muerte se construyó durante su gobierno una capilla, la misma donde ofició el pontífice ante 800 internos y a la cual le donó un Jesucristo de cristal.

Designado -después de la fuga del Chapo- comisionado nacional del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (OADPRS), Guerrero fue entre 2010 y 2015 titular de la Fiscalía Especializada en Ejecución de Penas y Medidas Judiciales, a la cual llegó desde el sector privado. En 2008 fue gerente de Selicsa S. A. de C. V., empresa de transporte sin depósito; y en 2009 se convirtió en socio director de Seinco S. A. de C. V., empresa de servicios, entre ellos de seguridad, limpieza y venta de equipos de vigilancia.

Licenciado en derecho por el Instituto del Occidente y en administración de empresas por el Instituto Tecnológico de Sonora, ambos en Hermosillo, su gestión estuvo marcada por numerosos asesinatos de custodios y jefes de penales, incluidos algunos de sus colaboradores cercanos.

Sin embargo logró construirse una imagen de eficiencia. Además de amigo de I Duarte, tuvo el apoyo federal el sexenio pasado, en particular del secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna; del subsecretario del Sistema Penitenciario, | José Patricio Patino Arias; y del anterior ti-' tular del OADPRS, general Eduardo Enrique Gómez García.

En 2014 Gómez García fue inhabilitado más de 20 años por la Secretaría de la Función Pública para ocupar un cargo público, además de que fue sancionado con más de 60 millones de pesos.

Uno de los méritos que Duarte y Guerrero se atribuyen es el de haber reducido la población penitenciaria. No por políticas de readaptación social, sino por la mera entrega de reos a cárceles federales y de la conversión del penal estatal en Ciudad Juárez en Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) 9, Norte, pese a su inadecuada infraestructura.

Clasificado como un penal federal de baja seguridad, a mediados de 2013 se le derrumbó parcialmente una barda peri-metral, se propuso desde entonces su cierre, despresurización y remodelación, de acuerdo con el diagnóstico de los ceferesos elaborado el 7 de...

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