Las catástrofes culturales del siglo XXI (el caso de Afganistán)

AutorJorge Sánchez Cordero

Esta orden incomprensible había sido precedida en 1998 de un decreto del propio Mullah Omar que ordenaba su protección en beneficio de la comunidad internacional budista, lo que evidenciaba por sí solo un reconocimiento y un compromiso con la preservación cultural universal.

De la intolerancia religiosa...

Pocos días después de la demolición de los Budas de Bamiyan, el portavoz del Mullah Omar comentó a la prensa internacional occidental: "Los talibanes queremos ser conocidos como destructores de ídolos, y no como mercaderes de ídolos". La prensa occidental y las organizaciones internacionales no entendieron la profundidad de este mensaje. La frase, que pasó desapercibida, resulta ser una de las claves para descifrar este suicidio cultural. El portavoz invocaba verbatim a Mahmud de Ghazni, quien en 1025 saqueó y devastó el templo de Shiva en Somnath, provincia de Gujarat. Fue este gobernante afgano quien respondió de la misma manera a los brahmanes cuando intentaron detenerlo para impedir que destruyera el icono de su templo. En 1296 el sultán Allauddin Khilji volvería a repetir el saqueo. Estas fueron las últimas confrontaciones del medioevo entre musulmanes e hinduistas, que perviven hasta nuestra época.

A diferencia de otras religiones, el Islam prohibe el uso de imágenes y con ello intenta evitar el comercio de iconos. La destrucción de los templos ha acendrado las tensiones religiosas ancestrales y parece no encontrar fin.

La mezquita Babri en Ayodhya, en el estado indio de Uttar Pradesh, cerca de la actual frontera con Afganistán, fue construida por el Sultanato de Delhi y era una de las expresiones más interesantes del arte mogol. En 1990 se organizó una Rath Yatra, como se denomina a una peregrinación político-religiosa que partió de la misma Somnath, escenario medieval de la confrontación entre hinduistas y musulmanes, y no tardó en convertirse en el inicio de una convulsión religiosa. Dos años después de esta peregrinación, en 1992, la mezquita fue destruida por fundamentalistas hindúes, y el conñicto religioso se esparció por todo el subcontinente indio.

Estos dos episodios, íntimamente vinculados, evidencian el complejo trasfondo de la destrucción de los Budas de Bamiyan en Afganistán, en el cual subyacen tensiones religiosas ancestrales, difícilmente comprensibles para Occidente e incompatibles con su sistema de valores.

Las simplificaciones abundan y resultan insuficientes para explicar este drama religioso. Al régimen...

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