El credo de Trump: "América" blanca otra vez (Segunda parte)
Autor | Rafael Fernandez De Castro |
SYRACUSE, NY.- La elección de Donald Trump bien puede haber sido la más divisiva en la historia de Estados Unidos. El inesperado resultado electoral ha producido muchas protestas y todo tipo de reacciones. Miles de personas, especialmente jóvenes universitarios, han salido a manifestarse por el mensaje de xenofobia, misoginia y racismo que Trump promovió durante 17 meses de campaña. Otros, sus seguidores, como los trabajadores de la planta Carrier en Indiana, han celebrado estrepitosamente su triunfo. Más aún, Trump y quien será su vicepresidente, Mike Pence, siguen en actitud de campaña y están organizando una serie de festejos en estados como Ohio, Michigan y Pensilvania, que les dieron la victoria.
En mi entorno progresista, en la mayor escuela de gobierno y ciudadanía de Estados Unidos, la Maxwell School de la Universidad de Syracuse, los resultados de la elección fueron recibidos en una atmósfera similar a un velorio. Llanto y consternación por todas partes. Mis alumnas y compañeras profesoras están desconsoladas. Mi asistente de investigación, un joven pelirrojo, me insistió: "Soy blanco, pero no como los que votaron por Trump. Voy a impedir que Trump logre sus promesas de expulsar a los migrantes en esta universidad".
Y, efectivamente, cientos de estudiantes y decenas de profesores se han movilizado para que la universidad se convierta en un santuario de migrantes. "¿Qué les digo? ¿Cómo los ayudo?", me preguntaba desesperada una historiadora a quien acudieron varios estudiantes latinoamericanos sin documentos, entre ellos dos de los llamados "soñadores", es decir, a quienes el presidente Barack Obama les otorgó un permiso -vía ejecutiva-para permanecer y estudiar temporalmente en Estados Unidos. Para lograrlo entregaron sus datos al Departamento de Justicia, el cual estará ahora en manos de un furibundo cazamigrantes, Jeff Sessions, senador republicano por Alabama; así que el futuro de los "soñadores" es incierto.
Además de los entornos universitarios, varios alcaldes y funcionarios han afirmado que no tolerarán la hostilidad hacia sus residentes. Este es el caso de las tres ciudades más pobladas de Estados Unidos -y también con el mayor número de inmigrantes-: Nueva York, Los Ángeles y Chicago. Por ejemplo, el alcalde neoyorkino, Bill de Blasio, prometió resistirse a las políticas federales que propaguen la exclusión y precisó que, en caso de que Trump se embarque en su misión de deportar a millones de inmigrantes indocumentados, no cooperará. "No vamos a sacrificar a medio millón de personas que viven entre...
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