El culto a la apariencia

AutorHéctor Tajonar

El mandato de Echeverría representó la cima del régimen que, tras una larga agonía, acaba de fenecer: el nacionalismo revolucionario. (La gestión de José López Portillo, quien se autonombró "el último presidente de la Revolución", puede considerarse un epígono del echeverriato.) A primera vista, el gobierno de Enrique Peña Nieto, quien acaba de poner fin al último bastión ideológico del régimen surgido del levantamiento armado de 1910, representaría la antítesis del de Echeverría. Sin embargo, existe cierta semejanza entre los estilos de ambos gobernantes que conviene señalar, no sólo como ensayo de analogía histórica, sino para prevenir un desenlace similar al ocurrido hace 37 años.

Aparte de la divergencia de los proyectos de gobierno de los presidentes Echeverría y Peña, es claro que la pulsión rectora del actual mandatario no es la locuacidad. Sin embargo, ambos comparten una característica distintiva del partido que los llevó al poder: el culto a la apariencia. Se trata, es cierto, de una peculiaridad más de forma que de fondo, pero no por eso desdeñable, dado que como bien dijo otro distinguido priista: "en política, la forma es fondo".

El culto a la apariencia ha sido constitutivo del PRI desde el nacimiento de ésta hasta el presente. Con el fin de disimular su carácter de partido de Estado o de "partido casi único", como lo llamó otro presidente salido de sus filas, se ha construido una "democracia de fachada" o "cuasi-democracia", así definida por S.E. Finer, maestro de la Universidad de Oxford, en el apartado dedicado a la autocracia y la oligarquía de su libro Com-parative Government (1970). Debido a la inconclusa transición a la democracia y al defectuoso pluralismo existente en el país, tal caracterización del régimen no ha perdido vigencia. El culto a la apariencia sigue siendo un instrumento de simulación política, como lo muestra la distancia entre la estructura institucional y su funcionamiento real, así como el amplio margen de incumplimiento de la ley que ubica al estado de derecho en un lejano futuro.

Cosío Villegas consideraba que "ningún otro presidente nuestro se ha expuesto tanto a la mirada pública" como Echeverría, debido a su "desmedido vigor físico y su inclinación irrefrenable a predicar". Al mismo tiempo, el historiador criticaba el hecho de que la televisión había resultado absolutamente impermeable al espíritu democrático pregonado por dicho mandatario, quien mantuvo una relación tensa con Televisa e incluso...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR