Derroche en la Curia

AutorEmiliano Fittipaldi

Hay un cardenal que, a pesar suyo, es la encarnación perfecta de un oxímoron: el que surge entre la pobreza propia de un hombre de Iglesia y el lujo desenfrenado de ciertas formas de vida mundana. Se llama Tarcisio Bertone. El monseñor de Romano Canavese fue la mano derecha de Benedicto XVI. Desde el mismo momento en el que lo nombraron secretario de Estado vaticano, fue víctima de la picadora de carne mediática. En principio se criticaba a este cura, hincha de la Juventus y la Ferrari de Sebastian Vettel, por su autoritarismo en el ejercicio del poder y por tener relaciones demasiado estrechas con los exponentes del berlusconismo. Sin embargo, después las críticas se refieren a su implicación en intrigas y escándalos financieros que van del cese del presidente del IOR (el banco del Vaticano), Ettore Gotti Tedeschi, al préstamo de 15 millones de euros concedido por el instituto a la catolicísima productora Lux Vide, propiedad de su amigo Ettore Bernabei, pasando por la idea de construir un gran centro sanitario vaticano o los (presuntos) negocios entre el IOR y la Banca Carige; Bertone no ha disfrutado de un momento de paz.

Tras la llegada de Bergoglio, la mano derecha de Ratzinger se ha retirado, pero sigue siendo el objetivo principal de las críticas y el símbolo negativo de una Iglesia necesitada de reformas. Han arremetido contra él, una vez más, por el "ático de 700 metros cuadrados y terraza con vistas panorámicas", según los periódicos, al que se mudó en diciembre de 2014. Un piso cuyo tamaño y lujo fue criticado por todos los medios de comunicación del mundo, incluido The Washington Post. La indignación popular aumentó cuando se supo que había estado de vacaciones en el valle de Aosta, en Les Combes, y que para conmemorar su octogésimo cumpleaños se había celebrado una cena a base de trufa blanca y vinos selectos. "¿Cómo es posible que un cardenal tenga la osadía de pasar de todo? Es repugnantemente rico y dice que ha pagado la casa con su dinero. Pero, ¿qué dinero? No creo que un piso de este tipo valga mil euros", resumía don Mazzi dando voz a la indignación popular. "Mientras siga existiendo la Iglesia de Bertone, no estaremos poniendo en práctica los evangelios. La pobreza es un requisito de la fe".

Lo cierto es que el ático de monseñor es propiedad del Vaticano. Antes de que se le adjudicara a Bertone, disfrutaba del privilegio de su uso el jefe de la Gendarmería, Camillo Cibin, y cuando ya no viva en él el secretario de Estado, lo usarán otros prelados. Resulta muy confortable en comparación con los 70 metros cuadrados de la estancia en casa Santa Marta donde ha decidido vivir y trabajar el Papa Francisco, pero, según las escrituras, no supera los 300 metros cuadrados. "La terraza está a disposición de todos los demás inquilinos del palacio de San Carlos. Y, como podrá apreciar, las...

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