Desigualdad incendiaria

AutorLeonardo Boix

LONDRES.- Vistas con carga de prejuicio y con pobres antecedentes informativos, las imágenes difundidas por todo el planeta que muestran centros comerciales saqueados, vehículos en llamas y grupos de jóvenes encapuchados que chocan con policías antimotines parecen provenir de regiones altamente conflictivas, como África, y no de Londres, capital emblemática del primer mundo occidental.

Lo cierto es que, desde la noche del sábado 6, en la capital británica y en otras ciudades como Birmingham, Manchester, Liverpool, Bristol y Gloucester se desencadenaron disturbios que no se habían visto en por lo menos tres décadas.

Los estallidos de violencia comenzaron en el barrio empobrecido de Tottenham, al norte de la capital, cuando un centenar de manifestantes se enfrentó con la policía, lo que ocasionó destrozos de viviendas, incendios de comercios y saqueos.

Los inconformes exigían justicia por el asesinato, el jueves 4, de Mark Duggan, un británico de 29 años y padre de cuatro hijos que viajaba en un taxi. Fue abatido de un balazo por la policía en un hecho aún no esclarecido. Las especulaciones apuntan a que hubo uso excesivo de la fuerza cuando los agentes detuvieron el vehículo para arrestar al sospechoso. La Comisión de Quejas de la policía informó más tarde que la operación formó parte de un operativo planeado.

Al día siguiente, en el barrio de Brixton, al sur de Londres, un patrullero intervino en un altercado entre dos jóvenes de origen afrocaribeño, lo que desencadenó una nueva trifulca con establecimientos incendiados y saqueos. Poco a poco los disturbios se extendieron a distintos barrios de la capital británica: desde Enfield –donde una mansión cuesta más de 50 millones de dólares– pasando por Waltham Forest, Walthamstow, Islington, Ponders End y Oxford Circus, hasta la zona de Hackney, una de las más empobrecidas del país.

Otros barrios que también sufrieron destrozos por las batallas campales entre las fuerzas del orden y los encapuchados fueron Peckham, Croydon, Notting Hill, Enfield, Bethnal Green y Aldagte, por nombrar algunos. Para organizar sus ataques los jóvenes se comunicaban por medio de teléfonos celulares.

Cuando los disturbios comenzaron, el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, y el alcalde de Londres, Boris Johnson, se encontraban de vacaciones en el extranjero. Se vieron forzados a regresar ante las presiones de una población cada vez más enfurecida por la falta de liderazgo.

Para el lunes 8, por la noche, la revuelta ya se había propagado a Birmingham, Manchester, Liverpool, Leeds, Bristol y Oxford. La Brigada de Bomberos del Reino Unido calificó los hechos como “los más convulsionados de la historia reciente”.

En ese momento, el saldo era muy inquietante: más de mil detenidos, casi un centenar de policías heridos, y...

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