El deslinde, el "mea culpa"...

AutorRosalía Vergara

Hace unos días, una mujer amiga de Marcelo Ebrard, en una comida con los hombres del poder, buscando una justificación a lo sucedido en la elección presidencial, puso en la mesa esta interrogante: ¿qué hubiera pasado si en vez de AMLO, el candidato hubiera sido Marcelo Ebrard? La respuesta no tardó en llegar: el obispo retirado Onésimo Cepeda le contestó: 'No niña, desde mucho antes decidimos que Enrique Peña Nieto sería presidente'."

El excandidato presidencial del Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, hace esta revelación en su undécimo libro No decirle adiós a la esperanza editado por Grijalbo. A lo largo de 158 páginas escribe acerca de su campaña electoral y del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que el 20 de noviembre próximo podría convertirse en partido político.

Se enfoca en la imposición de Enrique Peña Nieto como presidente de México, en la que tuvo un papel fundamental la oligarquía. Con base en argumentos históricos afirma: "México es de los países del mundo con más tradición en fraudes electorales".

Dedicado a los bien amad@s, el volumen se divide en tres capítulos: "Los antecedentes y la campaña"; "Otra vez el fraude", y "No decirle adiós a la esperanza". En el capítulo dos expone cómo desde tiempos de Guadalupe Victoria, primer presidente del México independiente, comenzó la tradición de ignorar la voluntad popular en las elecciones.

Después menciona a los 30 potentados que dominan el país y mantienen lo que denomina "el actual régimen de corrupción, injusticias y privilegios" con la imposición del modelo neoliberal. También considera que el expresidente Carlos Salinas de Gortari, quien llegó a la Presidencia mediante el fraude electoral cometido en contra de Cuauhtémoc Cárdenas Solórza-no, representa "el poder detrás del poder" y es el político neoliberal más influyente del país.

En un ejercicio de autocrítica, López Obrador se refiere a su campaña electoral y señala dónde estuvieron las fallas:

"Voy a decirlo para satisfacción de nuestros malquerientes, que siempre buscan la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio: fallamos en no imaginar la gran cantidad de dinero que usarían nuestros adversarios para comprar los votos e imponer a Peña. Me equivoqué cuando sostuve que la gente quería un cambio verdadero y que no lo iban a poder impedir ni con la guerra sucia ni con la compra de lealtades, conciencias y votos.

"Confieso que desde 1988, a partir de Salinas, he enfrentado fraudes de Estado que...

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