Diplomacia ultrasecreta

AutorPeter Kornbluh y William M. Leogrande

WASHINGTON.- El viernes 14, cientos de dignatarios se reunieron en el malecón de La Habana para presenciar cómo la bandera estadunidense se elevaba lentamente en el mástil ubicado frente a la recién reconstituida embajada de Estados Unidos.

El más prominente entre ellos era el secretario de Estado, John Kerry, el funcionario estadunidense de más alto nivel que haya puesto un pie en Cuba desde la revolución de Fidel Castro, en 1959.

Kerry se reunió con su contraparte, el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez; y luego los dos dieron una conferencia de prensa en el venerable Hotel Nacional, donde los trabajadores se habían pasado toda la semana puliendo candelabros, remozando el patio y pintando los paredes. Paso a paso, la ceremonia de La Habana reflejó los acontecimientos del 20 de julio en Washington, cuando Rodríguez viajó a la capital estadunidense para encabezar el izamiento de la bandera cubana en la recién reabierta embajada de la República de Cuba.

Así Estados Unidos y Cuba habían "roto las ataduras del pasado", como afirmó el 17 de diciembre de 2014 el presidente Barack Obama, cuando él y Raúl Castro azoraron al mundo al anunciar un acuerdo bilateral para normalizar las relaciones diplomáticas.

Con la inauguración formal de la embajada estadunidense, este objetivo está cumplido. El arribo de una coexistencia pacífica después de décadas de agresión imperialista -invasiones dirigidas por la CÍA, complots de asesinato contra Fidel, crisis de misiles y el intransigente embargo económico- constituye un momento histórico que muchos ciudadanos latinoamericanos y estadunidenses nunca creyeron llegar a presenciar.

La historia de cómo Obama y Castro lograron poner fin a uno de los conñictos más insolubles de la región es una mezcla de iniciativas diplomáticas coordinadas, inventiva política y circunstancias políticas cambiantes.

Para tener éxito, Washington y La Habana se involucraron en una diplomacia paralela ultrasecreta, concertando no menos de nueve reuniones entre 2013 y 2014, y utilizando a intermediarios e interlocutores clave que apoyaron e hicieron avanzar su diálogo clandestino. A fin de crear un sustrato positivo para las pláticas, Estados Unidos incluso se involucró en una modalidad única de "diplomacia de la cigüeña": facilitó el embarazo de la esposa de uno de los cinco espías cubanos encarcelados en territorio estadunidense. Y ambas partes recurrieron al apoyo del Papa Francisco, quien asumió un papel activo para impulsar la causa del reacercamiento.

"Cuban five"

En abril de 2013 Obama autorizó a sus colaboradores establecer contactos con La Habana sobre la posibilidad de iniciar negociaciones secretas. A través de un comunicado escrito hecho llegar discretamente a funcionarios cubanos, la Casa Blanca propuso una reunión inicial en Canadá. Los funcionarios de Raúl Castro respondieron rápida y positivamente.

Para conducir las negociaciones, Obama eligió a dos de sus asesores de seguridad nacional con quienes tenía más confianza: el adjunto de Seguridad Nacional, Benjamín Rhodes; y el director responsable de los Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, Ricardo Zuniga. Ambos se reunieron a principios de junio de 2013 con un pequeño grupo de funcionarios cubanos y luego se volvieron a reunir nueve veces en los siguientes 18 meses... en Ottawa,Toronto, Roma y otro país no identificado.

En el primer lugar de la agenda de ambos países estaba la liberación de sus ciudadanos encarcelados. Los cubanos querían que se liberara a los tres miembros restantes de la red de espías conocida como los "cuban five" (dos ya habían cumplido sus sentencias y vuelto a Cuba); y el gobierno de Obama buscaba la liberación de Alan Gross, arrestado en 2009 por instalar en la isla sistemas secretos de comunicación satelital dentro de un programa estadunidense de "promoción de la democracia". Antes de que los negociadores discutieran la normalización de relaciones, se enfocaron en el espinoso asunto de un intercambio de prisioneros.

En la primera reunión, en marzo de 2010 en Haití, los negociadores estadunidenses plantearon el asunto de liberar a Gross; los cubanos respondieron con la demanda de que se permitiera a las esposas de los espías cubanos visitarlos en la cárcel. La postura cubana se inició con un "traten mejor a nuestros hombres", contó un funcionario estadunidense...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR