Dylan recibe la Belisario

AutorFabrizio Mejía Madrid

"Una ronda de horas preciosas Aquí, en el mediodía del verano, en el que me esforcé con una lógica más frágil que las flores."

Cómo leyó periódicos viejos "hasta que me reventaba la cabeza y dejar todo eso, la guerra y a sus poetas, los cadáveres y los muertos, en una parte inaccesible de la memoria". Después, pasar las páginas de las partituras del Tin Pan Alley -"sartenazos", le llamaban a esa música que aporreaba los pianos, usándolos como instrumentos de percusión-, entre la Quinta y la Sexta de la 28 Oeste, en Manhattan, y encontrar el gospel "No more auction block", la protesta contra las subastas de esclavos que se convirtió en "Blowing in the wind". Las canciones hechas por todos y por nadie, por los hoy casi desconocidos Harold Arlen, Johnny Mercer, Hoagy Carmichael, y también por los coros de los negros siempre anónimos en las iglesias del sur, en los Apalaches, alterando las voces educadas de Sina-tra y Ella con los peñascos del blues, con las subidas sin aliento a los trenes de carga, los demasiados cigarros, los gritos contra Vietnam y la segregación racial de Jim Crowe. Vuelve a replicar el teléfono. ¿Qué horas son en Suecia? "No soy tan cool o indulgente como puedo sonar. Lágrimas o no, es demasiado pedir", advierte el mafioso de la yakuza de Junichi Saga, pero también lo dice él, de igual forma en que "Ser o no ser" se goteó en la canción de amor del profesor Prufrock: "No soy el príncipe Hamlet, no estaba llamado a ser".

Es demasiado pedir. Tratar de no ser a partir de ser muchos otros: trovador y eléctrico, antropólogo musical e innovador, político y ensimismado, amante y ladrón. Bob Dylan nunca existió aunque tenga de base a Robert Zimmerman. ¿Qué es Minnesota y qué horas son allá? Los poemas de Dylan Thomas son "para quienes no están satisfechos en la cama" pero, luego, es quien le da el nombre, "porque la D es más fuerte que la A". Los segundos nombres son estorbosos. ¿Quién se llama Alien o Allyn? Suena el teléfono. Se levanta en calzones y calcetines y escucha en el pasillo. No hay un ruido más autoritario que el del teléfono. Él te impone que lo contestes, aun antes de que sepas quién llama. ¿Y quién podría ser si, realmente, no estamos llamados a ser?

Enciende una luz, no la del juglar-que es una vela y ponerse sandalias- y afuera las hojas de los árboles se mueven con el viento: "No necesitas a un hombre del clima para saber hacia dónde sopla". Y es la chica del climax o la guerrilla ambientalista. Las alusiones...

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