El proyecto económico, atentado cultural: Arizpe

AutorJudith Amador Tello

Completamente ignoradas por los festejos oficiales del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, las fiestas populares de varias comunidades de los estados de Guerrero y Morelos fueron motivo de investigación en el libro El patrimonio cultural cívico. La memoria política como capital social, coordinado por la antropóloga Lourdes Arizpe.

El volumen de 177 páginas, coeditado por la Cámara de Diputados y Miguel Ángel Porrúa, da cuenta de los simulacros (representaciones) de la historia nacional que se realizan para recrear hechos como la toma de la Alhóndiga de Granaditas, la vida de Mariano Matamoros, el abrazo de Acatempan, la promulgación del Plan de Ayala, la vida y muerte de Emiliano Zapata y la conmemoración del 10 de abril.

Muy similares algunas, en su forma de escenificación, a la famosa Pasión de Cristo, que año con año se realiza en Iztapalapa. Pero todas éstas se hallan relacionadas con fechas cívicas de la guerra de Independencia y la Revolución Mexicana.

Y son, a decir de la investigadora, una forma en la cual las comunidades han preservado y transmitido la historia, así como las celebraciones patrias. Además permiten la cohesión de los pueblos, no sólo de aquellos donde se hace la representación, sino de los aledaños, pues se han puesto de acuerdo para hacer sus simulacros en distintas fechas para que todos puedan ir a las fiestas de todos:

“Es un patrón mesoamericano donde se hacía la fiesta del altépetl, que era el gran centro, el pueblo más grande. Alrededor tenía los calpulli y en torno de estos los tlaxicallis que eran los barrios. Todo el calendario ritual estaba dirigido no sólo a enaltecer al altépetl, sino a dar una cohesión regional. Se hacían las fiestas en el altépetl pero también en los calpulli, entonces iban a las fiestas de todos los pueblos, es el sentido de una comunidad regional, microregional.”

–¿Qué importancia tiene este patrimonio inmaterial? ¿Contribuye de algún modo a preservar la memoria y la identidad, a reconstituir el tejido social ahora tan dañado?

–¡Exactamente! Porque yo creo que gran parte de este desastre social que estamos viviendo es la pérdida de cohesión de las comunidades locales, sean campesinas,indígenas, de pescadores... porque han ignorado totalmente a los ciudadanos mexicanos en la atención política. Se decidió que todo se haría en las ciudades.

“Esto es parte de la política económica que hizo bajar la población económicamente activa del 24% al 13%, como lo acaba de demostrar el censo de 2010. La expulsión de campesinos y de indígenas de sus regiones milenarias ha sido gravísima y con ello estas personas desterradas quedan sin los lazos que dan sustentabilidad social.”

Explica que por sus estudios en esas comunidades ha podido comprobar que la gente se siente abandonada, siente que no es escuchada y que a nadie le interesa. Y la Secretaría de Agricultura ha...

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