Emergencia histórica, social y política de José Guadalupe Posada

En toda la crítica de arte del siglo XIX en México ni una vez se menciona a José Guadalupe Posada. Por el contrario, desde inicios del siglo XX todas las publicaciones sobre arte mexicano lo señalan como el genial precursor de la modernidad artística en México.

La intelectualidad lo descubre como uno de los suyos una década después de su muerte, cuando con José Vasconcelos en la Secretaría de Educación Pública del gobierno de Alvaro Obregón se inicia lo que se ha denominado "revolución cultural" dentro de la Revolución Mexicana.

Entonces los sectores ilustrados logran entender lo que muy amplias capas populares sabían desde mucho antes: que Posada funcionó en la historia del arte mexicano como "el delgado cuello de un reloj de arena, a donde el pasado se me-tamorfosea grano por grano en el futuro", acertadísima apreciación debida a Jean Charlot, joven francés de ascendencia mexicana que se sumó desde su establecimiento en el país al movimiento de arte público que se expresaba en murales y estampas, y estudiaba con avidez los vestigios del pasado remoto o reciente.

Ni antes ni después de Posada un artista gráfico produjo en México un número tan alto de grabados y litografías, calculados por aproximación y deducción en cerca de 15 mil. Si sólo hubiera hecho la mitad o la cuarta parte, de todas maneras Posada persistiría como insupera-do. Esto en lo referente a la cantidad, pero también en la calidad de su imagen gráfica permanece como el artista de registro más rico, más moderno y más propio que haya surgido en México.

Al igual que el dibujante, grabador, pintor y escultor francés Honorato Dau-mier, Posada es irremediablemente moderno, con todos los arrestos de romanticismo que la modernidad hereda. Posada, como Daumier, con peculiar sinceridad romántica despreció al burgués. Con apasionamiento romántico protestó contra el mundo capitalista dominado por un duro prosaísmo de negocios, explotación y ganancias. La revolución romántica, debe recordarse, no sólo devolvió a los pueblos su propio pasado, sino que se integró, como hecho cultural, a las luchas de liberación nacional, llamando a los pueblos para que se levantaran contra sus opresores y adquirieran una conciencia nacional de dignidad contra toda condición degradante.

Cuando en Europa la clase obrera empezaba a levantarse ante la burguesía, en los países colonizados política o económicamente (y este último era el caso de México en tiempos de Posada), el pueblo entero -campesinos...

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