Un ensayo escénico: De Tavira descifra a Leñero

AutorLuis De Tavira

Si fuera necesario resumir en alguna expresión categórica el teatro de Vicente Leñero, tal vez la más precisa sería la de un oxímoron: el realismo ideal. El realismo en esta dramaturgia se convierte en proyecto, y todo proyecto es una idealidad realizable.

Cuando Vicente Leñero irrumpe en el teatro mexicano, en el año crucial de 1968, la vida teatral se agitaba en un divorcio violento entre autores y directores. La dramaturgia tradicional en general y la mexicana con mayor razón había quedado súbitamente descontinuada, sin diálogo vigente frente al asalto de una nueva teatralidad. En los teatros de significación cultural campeaban los directores erigidos en creadores y dispuestos a abordar los textos literarios como pretextos para una reelaboración escénica. Las obras de los dramaturgos de los años inmediatamente anteriores se trasladan de pronto a un pasado arqueológico. De la Universidad surgían un nuevo público y una nueva generación de artistas teatrales, ajenos al mundillo establecido. La vanguardia prefería regresar hasta los clásicos para inventar el teatro del futuro. Los autores previos, con su realismo trasnochado, fueron arrinconados en el traspatio de un costumbrismo siempre evitable. La teatralidad ultramoderna de los directores los arrojó al siglo XIX.

Aquel brillante grupo que había surgido en los años 50 se atomizó. La dramaturgia que inaugura el nuevo realismo documental de Leñero y la transmisión neobarroca que ensaya Hugo Arguelles en los linderos de las convenciones genéricas de la mismísima tradición del realismo generan rutas transitables que habrán de seguir los autores que enfrentaron el agotamiento de la utopía modernizadora en la era de la imagen industrial y del proceso de masificación que estetizó unidimensional-mente la realidad. Porque cuando la modernidad pierde la capacidad de creer en el acontecimiento, cuando todo sucede como simulacro y la realidad se confunde con la ficción, el teatro tiene que deslindar su diferencia para sobrevivir. En otras palabras, si el teatro y el periodismo se confunden, si cumplen la misma función, si se estructuran igual, uno de los dos sobra.

Esta contradicción precisa la dinámica de aquella dialéctica negativa entre realidad y ficción que enfrenta como eje la dramaturgia que surge con Leñero y se desarrolla hasta los últimos años del siglo XX, desde su inicial propósito testimonial, de su ensayo de hiperrealidad, hasta sus grandes hallazgos de simultaneidad escénica, verdadera unidad de la multiplicidad dramática. Teatro de indagación, inmediatez social, estructura narrativa cinematográfica; topografía escénica inusitada, tridimensional, múltiple y simultánea; especificidad nacional, histórica, ideológica, típica y arquetípica; hallazgos que construyen una hermenéutica teatral irreductible, escénica, ilegible como literatura, sólo verificable como actuación y escenificación.

Esta dramaturgia surgida del paradigma de la puesta en escena evoluciona desde el descubrimiento de nuevas estructuras dramáticas potenciadas por un...

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