La fantasía como realidad...rentable

AutorFabrizio Mejía Madrid

Desde 1969, el presidente Díaz Ordaz inauguró la idea de un noticiero de televisión que fuera vocero de las oficinas de gobierno. Primero con el nombre de Nescafé, el patrocinador que pulverizaba en polvo instantáneo los granos chongueados que no podían comercializarse, y luego como 24 Horas, las noticias eran las del presidente. La noche del 2 de octubre de 1968 Televisa requisó todos los metros de película en 16 mm que sus reporteros tomaron de la matanza de estudiantes y los enlató. Y Emilio Azcárraga Mil-mo presumía de tenerlos en su caja fuerte. Díaz Ordaz dispuso de un hombre inamovible que decía las noticias: Jacobo Zabludovsky. Era la encarnación del Sistema: una esfinge sin profecía, un locutor que leía limpiamente los boletines del Señor Presidente cada noche, sin mover siquiera la boca. Un muñeco de ventrílocuo con un teléfono rojo en el escritorio con una única línea para el secretario de Gobernación y el presidente en turno, y unos enormes audífonos con los que no se comunicaba con elfloor manager -el "apuntador", discreto dentro del oído, se había inventado en Televisa desde 1950-, sino con el Tigre Azcárraga. El 7 de octubre de 1978 el propio Emilio Azcárraga había sido nombrado "jefe de imagen" de las actividades del presidente López Portillo. El antecesor, Luis Echeverría, tenía en ese mismo puesto al socio y amigo de parrandas del Tigre, Miguel Alemán Velasco. López Portillo tendría como jefe de comunicación a Pedro Ramírez Vázquez, el arquitecto del Estadio Azteca y la Nueva Basílica de Guadalupe. En radio y televisión nombraría a Jaime Almeida, el supuesto experto en música mexicana de la televisora. Los noticieros de Televisa eran una invención de la presidencia del Partido. Eran lo mismo: un batidillo entre transmitir y ejercer el poder.

(...) El primer noticiero fue a las seis de la tarde del 26 de julio de 1950, en el piso 13 del edificio de la Lotería Nacional. Era el Canal 4, propiedad de los O'Farrill, que aguantarían 20 años independientes sólo para doblegarse cuando el presidente Echeverría los fusionara con la televisora de los Azcárraga. En el tiempo de esa primera transmisión, sólo había cuatro aparatos de televisión en el país: en la oficina del presidente Alemán, en la de su secretario de Comunicaciones y Transportes, en la agencia de autos de los O'Farrill -el dueño, Rómulo, había perdido un pie, atropellado por una motocicleta mientras trataba de cambiarle una llanta a su Packard- y en el piso 17 de la misma Lotería, desde donde el hijo del presidente Alemán editaba su revista Voz. Todo estaba listo para la primera transmisión, pero dos técnicos, Miranda, el de los cables, y Luyando, el de la cámara, se estaban peleando. Se empujaban, se metían el pie, se nalgueaban. Harto de las bromas, Miranda le hace el gesto del dedo medio a la cámara. Y es justo cuando están entrando al aire. Así que, pensó Pérez (Aurelio, el encargado de atender el trato de Televisa con el Ejército y la Iglesia católica), los noticieros de televisión empezaron con un dedo obsceno hacia el auditorio...

El dedo medio era la norma en los noticieros y el huir después también. Eso lo supo Pérez cuando el candidato de Televisa en Chihuahua, el del Partido, Fernando Baeza, tuvo que hacer un fraude electoral en 1986 para ganar la gubernatura. Votaron por él cientos de miles de muertos. La oposición en Chihuahua tomó los puentes internacionales hacia Estados Unidos, su candidato empezó una huelga de hambre y llamó a anular la elección. Todos los días llegaban reportes e imágenes del motín en Chihuahua, pero Televisa ya tenía un Partido, así que optaron por no decir nada, ni una línea sobre el asunto. Las protestas se veían en la oficina de Zabludovsky como si fueran películas pornográficas: se repartían palomitas de maíz, bebidas, se aplaudían los discursos y las rebeliones de ciudadanos...

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