Fin al Plan Mérida

AutorJohn M. Ackerman

Tiene razón la canciller estadunidense. Al parecer Peña Nieto no tiene ningún interés en modificar las coordenadas de la relación de México con Estados Unidos y no transformará los términos de la estrategia de combate al narcotráfico iniciada por Calderón. Al contrario, el presidente electo ya anunció que el Ejército seguirá en las calles, y con el nombramiento del general Óscar Naranjo, exdirector de la Policía Nacional de Colombia y "agente especial" de la DEA, como su asesor en materia de seguridad pública, envió una clara señal de continuismo a los estadunidenses.

La decisión de iniciar su gira por América Latina en Guatemala, para sacarse la foto con el presidente Otto Pérez Molina, quien, como Peña Nieto, es un "dinosaurio" emblemático del peor pasado autoritario, y en seguida llegar a Colombia, confirma el interés del presidente electo mexicano de dar continuidad al en-treguismo de Calderón. Tal como ha sido señalado por Julio Hernández, Peña Nieto "geográficamente ha dado sus primeros pasos diplomáticos hacia el sur, pero políticamente su equipaje discursivo y su brújula están abiertamente orientados hacia el norte". Habría que recordar cómo, en el segundo debate presidencial, el priista deslizó la necesidad de visualizar a México principalmente como parte de América del Norte y dejar atrás la idea de que seamos latinoamericanos.

Afortunadamente, la gran mayoría de los mexicanos no coinciden con quien se pondrá la banda presidencial el 1 de diciembre. Estudios recientes demuestran que los mexicanos se identifican mucho más con sus hermanos latinoamericanos que con los habitantes de Estados Unidos y que tienen una enorme desconfianza en las políticas de Washington. Datos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) revelan que mientras solamente 7% de la población nacional se siente "norteamericana", más de 50% se considera principalmente "latinoamericana". Asimismo, el Country Rating Poli de la BBC sistemáticamente demuestra que el mexicano es uno de los pueblos que menos creen que "la influencia de Estados Unidos en el mundo" sea "positiva". Con respecto a esta valoración, México se encuentra en un nivel similar a los ciudadanos de

Egipto, Pakistán y Rusia, con una tasa de aprobación de los mexicanos a los estadunidenses que varía entre 13% y 38%, dependiendo del año y del encuestador encargado de aplicar el estudio.

Llama la atención cómo, en su comunicado conjunto del martes pasado, Clinton y Espinosa no se atrevieron...

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