Cómo se gestó la entrevista Scherer-Allende

AutorHoracio Flores-Sánchez

Nadie me lo ha pedido, pero me ha parecido interesante dar a conocer cómo se llevó a cabo la primera entrevista que realizó Julio Scherer con Salvador Allende en Chile. Esto ocurrió en el lejano, ahora histórico, 1970. Julio Scherer, amigo mío de algún tiempo, llegó a Chile cuando yo llevaba algunos años viviendo en ese país. Era yo agregado cultural de la embajada de México en Santiago y, como tal, había yo hecho amistad con una diversidad de personajes de toda índole: poetas, músicos, pintores e intelectuales de todas las tendencias, además de personas de especial importancia, entre ellos Salvador Allende, a quien y con cuya esposa Hortensia (Tencha) trataba con frecuencia. Ellos venían a casa a comer y yo iba a la de ellos.

Julio Scherer llegó a Santiago unos días después de haber sido electo Allende (con frecuencia es necesario subrayar "electo") presidente de Chile.

Las condiciones sociales y políticas del país eran las más complicadas. La sociedad chilena se encontraba intensamente dividida. Nuestros amigos, unos abiertos, otros ocultamente, formaban parte de grupos rivales.

Esto era particularmente sensible en las clases medias y altas y, entre ellas, muchos de nuestros amigos cercanos.

Cuando Julio llegó se encontró naturalmente con un ambiente confuso. Su propósito era entrevistar al recién electo presidente y le costaba trabajo hallar pistas para localizarlo.

Él ignoraba que yo me hallaba en Chile y llegó al país sin que yo me enterara.

Nos encontramos casualmente. Después de saludos afectuosos me comunicó su propósito de entrevistar a Salvador Allende y sus frustrados intentos para localizarlo. Le comenté entonces que, un día después de haber sido electo, lo visité en su casa para felicitarlo, lo abracé tan efusivamente que el doctor Alfredo Jadresic, eminente médico y universitario amigo íntimo en común, que llegó al mismo tiempo, exclamó: "Si sigues estrechándolo así, nos vas a dejar sin presidente".

Allende me dijo: "Tienes que ofrecerme una comida mexicana".

Algunos días después organicé la comida con un reducido número de amigos.

Entonces le dije a Julio. "En principio, Allende vendrá a una comida en mi casa (previniendola emergencia de circunstancias imprevistas. Las medidas de seguridad eran previsibles).

Con anterioridad, cuando Julio y yo intercambiamos opiniones sobre la proyectada entrevista, él me había mostrado uno o dos borradores tipos de cuestionarios. Le señalé que Allende seguramente no aceptaría cuestionarios...

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