Indolencia asesina

AutorRosario Manzanos

Obtenidas por Proceso en exclusiva, las actas ministeriales del caso de Marisela Escobedo Ortiz, asesinada a tiros, el jueves 16 de diciembre, a las puertas del Palacio de Gobierno de Chihuahua, revelan que ella rastreó y vigiló al asesino de su hija Rubí Marisol Frayre Escobedo, pero cuando pidió ayuda a las autoridades judiciales de su estado y de Zacatecas, así como a las federales, jamás obtuvo el apoyo para capturarlo.

Según documentos de la Fiscalía de Análisis, Evaluación y Control Interno de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua, fechados el 3 de noviembre pasado, Escobedo se presentó a informar que el 21 de octubre a las 2:30 de la mañana, junto con su hermano Héctor Ricardo Escobedo y su hijo Juan Manuel Frayre, vigilaban la casa en la calle Veta de Zinc donde vive María del Carmen Trujillo de León, concubina de Sergio Rafael Barraza Bocanegra, y vieron que éste llegaba en una pick up Lobo negra de doble cabina y de modelo reciente, sin placas. Barraza iba con otro hombre, que manejaba el vehículo.

Marisela y sus acompañantes los observaban desde unos 50 metros de distancia con binoculares. Barraza entró al domicilio rápidamente y de cuatro a cinco minutos después salió con María del Carmen Trujillo y los hijos gemelos de ambos.

La señora Escobedo vigilaba el domicilio desde el 10 de agosto, pues se había enterado de que Barraza se presentaba todos los miércoles a altas horas de la noche. Esa vez no llamó a la policía, ya que el 13 de julio anterior habían ubicado al asesino confeso de Rubí Marisol en Privada Santa María 5-C del fraccionamiento San Javier en Fresnillo, Zacatecas, pero Barraza consiguió huir por una mala estrategia policiaca.

Marisela Escobedo notificó a la fiscalía que el 13 de octubre la visitaron elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI) enviados por la Fiscalía de Investigación Contra la Violencia hacia la Mujeres (Fevimtra). Recordaba bien el nombre del agente Rigoberto Luna, quien le pidió que si veía a Barraza de inmediato se lo reportara, lo que ella hizo una madrugada después de ver en la calle al homicida confeso. Luna estaba en la Ciudad México y tardó en regresar a Fresnillo.

Para entonces, Escobedo ya había conseguido el número telefónico de Barraza y una sábana telefónica en la que comprobó que el homicida se comunicaba frecuentemente a un domicilio en Río Grande, Zacatecas. Fue allá con los agentes federales y desde un teléfono público llamó al número correspondiente, con el pretexto de que habían reportado una fuga de agua.

Así logró que una mujer, a quien para su protección llamaremos aquí “Judith N.”, le diera su dirección. Cuando Marisela, su hijo, su hermano y los agentes federales llegaron a la casa, “Judith N.” dijo no conocer a Barraza, pero al mostrarle la lista telefónica confesó que ellos tenían una relación de noviazgo, que él pertenecía a una agrupación delictiva llamada Los Zetas y que se hacía llamar El Bambino. Dio datos de sus movimientos y de quién era su jefe, información que se omitió en el acta por seguridad de “Judith N”. También confirmó que Barraza solía alojarse en el hotel Río Grande.

Los federales, que no contaban con apoyo en Zacatecas, decidieron regresar a la Ciudad de México para dar su parte informativo y saber qué procedía.

El miércoles 27 de octubre fue la última vez que Marisela vio a los agentes y nunca volvió a saber nada de ellos. Su solicitud...

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