Insatisfacción en la Asamblea General

AutorOlga Pellicer

Momentos después le tocó su turno al Reino Unido. La nueva primera ministra, Teresa May, no es personalidad que levante simpatía. Su posición es dura ante los migrantes y refugiados. Insiste en que se detengan en el primer país que toquen; es decir, evitar que lleguen a las puertas de Europa. Señala que es urgente tener el control de las fronteras y subraya el hecho que tal es el mandato que le dieron los ciudadanos británicos. Se trata de una segunda "dama de hierro" pero sin el poder de convencimiento que tenía la primera.

A diferencia de la asamblea anterior, esta vez hay pocas noticias que merecen bienvenida. Hace un año se celebró el Acuerdo sobre el Programa Nuclear de Irán, uno de los pocos triunfos diplomáticos que se han alcanzado en los últimos años; estaban avanzadas las negociaciones para el Acuerdo de París sobre Cambio Climático y también para la Agenda de Desarrollo Susten-table 20-30. De hecho, ambos documentos fueron aprobados antes que llegase a su fin la asamblea del 70 aniversario. Hoy, no hay otro acuerdo significativo sobre la mesa. En materia de solución de conflictos y terrorismo la situación se encuentra estancada, o peor. Se tuvieron algunas esperanzas en Siria, con el acuerdo Estados Unidos-Rusia sobre un alto al fuego temporal. Sin embargo, los acontecimientos volvieron a punto cero con el bombardeo, atribuido a Rusia, en contra de un convoy de asistencia humanitaria. El dirigente ruso, Putin, no participó en la asamblea y la aspereza en las relaciones Rusia-Estados Unidos se hizo sentir. La asamblea de este año estuvo precedida por dos reuniones importantes. Una de Alto Nivel sobre Migración y Refugiados y otra Cumbre de Líderes sobre Refugiados convocada directamente por Obama. Ambas reñejan bien la preocupación que despierta el desplazamiento masivo de personas, 62 millones, que han abandonado su lugar de origen en los últimos años. Es la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial y ha causado grandes perturbaciones políticas y económicas internas principalmente, aunque no únicamente, en los países más avanzados de Europa occidental.

Como era de esperarse, no hay una reacción homogénea frente al fenómeno. El documento adoptado el 19 de septiembre, la Declaración de Nueva York, es un intento de poner como base ciertos principios generales, como lo es el respeto a la dignidad y los derechos humanos de migrantes y refugiados. La intención es llegar a dos pactos jurídicamente vinculantes en 2018 en los cuales...

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