Nosotros los jotos / Encanto oaxaqueño

Cuando escribí sobre los muxes te prometí, querido lector, que contaría aquí las puterías oaxaqueñas de René, mi parejita de actividades culturales, quien es un fantástico compañero de viaje: No ronca, carga en un estuche mágico todo lo que uno pueda necesitar para la belleza personal y conoce "El Lugar" para probar desde el mejor pan de yema hasta el mezcal más artesanal.

Pero esta vez, mi cuate se puso roñoso con mi torcida intención de que medio país gozara con sus lances de cachonda liviandad en la capital de los zapotecas:

-Me vas a desprestigiar, Toñito.

-Al contrario, cariño, mis lectores te van a amar por intrépido y suertudo.

-¿Cuál suertudo? ¡Estás loco!

-A ver, corazón: A las tres horas de haber llegado a Oaxaca, después del chocolate ese maravilloso en el Mercado de la Merced, nos sentamos frente a la portería del inmaculado convento de Santo Domingo y ¿a quién te ligas? ¡Al mismísimo Mr. Simpatía Gay Oaxaca!

-Tú le empezaste a hablar, no te hagas.

-Nada más le pedí que nos tomara una foto para que en el feis sigan creyendo que somos novios. Y tú inmediatamente te abriste más el escote y le hiciste la plática.

-Solo comenté que era muy curioso que los tres lleváramos una playera roja. Y sí, estaba lindo el chamaco, me gustó su sonrisa. Además, ¿qué crees que estaba haciendo ahí con esos jeans apretaditos?

-Esperando a que un primor facilote como tú le dijera "Ese de rojo...". Luego, lueeego lo invitaste a que fuera con nosotros a la plaza de la Soledad por una nieve, y a los tres pasos ya le andabas apretando el bracito.

-Es que estaba bien macizo el cabrón. También a ti te gustó, Toñito, y lo alborotaste para que posara frente al letreo de la nieve "encanto oaxaqueño".

-Bueno, belleza otoñal, los muchachos oaxaqueños son un encanto; acuérdate que todos tenían unas nalgas deliciosas, como esa nieve de membrillo maduro que me eché.

-Más bien el maduro eres tú y le quería soplar el membrillo al jovencito de las nieves, pero no te peló, así que no me vengas con que vas a hablar de mis puterías oaxaqueñas y mejor publica las tuyas.

-¡Ay, Renecito querido, el más impúdico de mis amores! Yo fui a trabajar, tomé mil fotos en la calenda y después de tres horas de bailotear con los muxes por las calles, nada más quería levantar las patas y dormirme. Pero tú todavía te fuiste a ver al Mr. Simpatía y escandalizaste a media ciudad.

-Nada más nos dimos unos besitos.

-¡René! Me contaste...

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