Por él doblan las campanas

"Estar aquí es un privilegio", dice Rafael Parra, mientras se asoma para ver la plancha del Zócalo capitalino.

Él es el campanero mayor de la Catedral y a su cargo tiene un equipo de voluntarios, la gran mayoría estudiantes, con quienes se encarga de hacer sonar las 35 campanas que tiene el templo.

"Ahora sí que es una cuestión más de maña que de fuerza", apunta Rafael Díaz, uno de esos jóvenes ayudantes.

Maña para dominar los diferentes matices del sonido que puede llegar a producir una campana, pero también fuerza para mover unos badajos que, en el caso de la campana mayor, pueden llegar a pesar 300 kilos.

En el otro extremo está la que Parra conoce como la campana bebé, de apenas 60 kilos, que sólo se toca una vez al año: la noche previa al Domingo de Resurrección.

"Cuando terminan las siete lecturas de la misa de Pascua, con todas las luces apagadas, el Cardenal dice 'Gloria a Dios en el cielo'; se prenden las luces y empieza a tocar esa campana, que le anuncia a los campaneros que se abrió la Gloria ¡y entonces todos echan las campanas al vuelo!", explica con entusiasmo.

En sus casi 20 años de experiencia al frente del campanario, Parra recuerda con especial cariño la última visita del Papa Juan Pablo II a la Catedral Metropolitana, para la que se construyó una nueva campana dedicada a Juan Diego, que iba a ser canonizado.

"Sabemos que el Papa va transitando y...

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