La “epidemia” latinoamericana

AutorLucía Luna

Desde hace dos decenios, América Latina aparece en las estadísticas mundiales como la región más desigual y más violenta. Y aunque la disparidad en el ingreso muestra una tendencia a la baja, la violencia va al alza y es cada vez más letal. Con 100 mil homicidios en la región por año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya le da rango de “epidemia”.

No toda es consecuencia del crimen organizado. Un conjunto de amenazas, como la extorsión, el secuestro, la violencia de género, la de Estado y la corrupción, se cierne sobre los latinoamericanos. Sobre todo destaca el robo, en espacios públicos o privados, que se ha triplicado en los últimos 25 años y es cada vez más agresivo.

Si bien científicos sociales y expertos en seguridad sostienen que esta paradoja debe explicarse de manera multidimensional y no lineal, coinciden en que la estructura económica del subcontinente ha generado un crecimiento desigual, de mala calidad y centrado en el consumo, que incluso ha dado origen a un “delito aspiracional”: la vía delictiva para allegarse lo que no se puede comprar.

En todo caso, la percepción de inseguridad en los latinoamericanos es tan alta y ha afectado de tal manera su vida individual y colectiva, que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dedicó su Informe Regional de Desarrollo Humano 2013-2014 a este tema. Se titula Seguridad ciudadana con rostro humano: diagnóstico y propuestas para América Latina, tiene 285 páginas y será presentado en México el próximo febrero. Aborda 18 países de la región y fue elaborado por un equipo multidisciplinario e internacional de especialistas, coordinado por el politólogo mexicano Rafael Fernández de Castro.

El origen de las balas

Según ese informe, América Latina ha tenido en los últimos años un crecimiento promedio de 4.2%, superior al de Estados Unidos y varias economías europeas. Setenta millones de sus habitantes salieron de la pobreza y 50 millones ingresaron a la clase media. El desempleo disminuyó a 6.4% en 2013 y la inflación ha permanecido baja. Y en cuanto a “satisfacción general de vida”, los latinoamericanos reportan un promedio de 6.3, el más alto a nivel mundial.

Sin embargo, los delitos y homicidios van al alza. Estudios recurrentes han mostrado que no hay una relación directa entre pobreza, ingresos y desempleo con los índices delictivos. No parece ocurrir igual con la desigualdad. El informe colige que “el aumento de las expectativas de consumo, a la par del estancamiento en la movilidad social y la falta de un crecimiento incluyente” podrían ayudar a entender este fenómeno.

Si bien las cifras indican que 40% de los hogares latinoamericanos pobres logró ascender a una clase socioeconómica más alta entre 1995 y 2010, la mayoría no llegó hasta la clase media, sino que se quedó atrapada en un segmento al que el Banco Mundial bautiza como “grupos vulnerables”. Esta nueva “clase” es la más numerosa de América Latina, con 38%, y se caracteriza por la informalidad laboral, el estancamiento educativo y una escasa cobertura social.

Aunque la clase media latinoamericana tampoco corresponde a la de las economías avanzadas, el informe subraya que pese a los ascensos estadísticos el potencial de movilidad social e intergeneracional sigue siendo restringido. “El origen económico y social de...

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