Paulina Lavista, fotógrafa: “Detente, instante, eres tan bello”

AutorRafael Vargas

Paulina Lavista es una conversadora sencilla, franca y agradable, llena de recuerdos y anécdotas que sería sensacional transcribir en su totalidad. Algo semejante le ha sucedido a ella a lo largo de cuarenta años: ha visto más cosas de las que ha podido registrar, pese a que su archivo consta de más de cien mil fotografías.

Hoy sabe que es imposible fijar todas las maravillas que el mundo ofrece. No importa: intentarlo la ha convertido en una auténtica maestra en su oficio.

En 1956, a los 11 años, descubrió hojeando libros en la casa paterna el poder de la fotografía para fijar un instante. Miraba llena de admiración imágenes de bailarinas de ballet que parecían detenidas en pleno salto o a la mitad de un giro como por arte de magia. El asombro de esa niña quizá podría expresarse con las mismas palabras que Goethe pone en labios de su Fausto en el último de sus parlamentos: “Deténte, instante, eres tan bello.”

En esa misma época comenzó a tomar fotografías con la cámara de su padre, el renombrado músico Raúl Lavista, autor de centenares de composiciones para cine.

Quizá fue la influencia familiar la que la llevó a formar parte de la primera generación de alumnos del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) en 1964, donde su interés por la fotografía se acrecentó y comenzó a practicarla.

De esas cuatro décadas de trabajo, a partir de la primera exposición individual que presentó en el Museo del Palacio de Bellas Artes en noviembre de 1970, habla en esta conversación.

–Expuso por primera vez a los 25 años, pero había comenzado a sacar fotografías mucho antes.

–Creo que la fotografía se me facilitó desde que era muy chica, me encantaba. Descubrí en la casa de mi padre una cámara Nikon con la que empecé a sacar fotografías aquí, en Coyoacán. Me regalaban rollos y me encantaba hacer fotos. Comencé a entender las fotografías que veía de niña en los libros de mi padre, en las que los bailarines parecían congelados. Digo que se me facilitó, pero por supuesto yo no sabía nada. Era una adolescente. Años después estudié en el CUEC y trabajé en la industria cinematográfica con Rafael Corkidi y con Antonio Reynoso. En realidad yo soy alumna de Reynoso, y si bien él no fue un maestro en el sentido estricto del término, sin duda fue quien me enseñó a ver fotografía. Él fue la primera persona que me mostró fotografías de Henri Cartier-Bresson, de Manuel Álvarez Bravo. Por ese entonces conocí a Juan Rulfo, a Héctor García, quienes iban con mucha frecuencia a visitarlo. Reynoso es un gran...

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