Masoquismo puro

Para Brasil, jugar por el tercer lugar fue un acto de masoquismo.

Los brasileños enfrentaron a Holanda con la moral destrozada por el "Mineirazo", con ganas de que el árbitro pitara e ir a casa.

La derrota por 3-0 fue el reflejo de un cuadro que llegó al partido hecho pedazos.

A los tres minutos la Oranje ya había pisoteado la poca dignidad del anfitrión.

Un penal sobre Arjen Robben y que fue bien ejecutado por Robin van Persie fue el presagio de un cierre mundialista más triste aún.

Al 17', Daley Blind marcó el segundo luego de un yerro de David Luiz, cuyas lágrimas tras la Semifinal dibujaron el estado de ánimo de la plantilla.

Entre ambos duelos sólo hubo cuatro días, insuficientes para una resaca de tal magnitud.

Los locales no querían ver el balón tan pronto.

Brasil organizó la fiesta y le apagaron las luces.

El Scracht era el hilo al que se aferraba un pueblo, golpeado por la corrupción, los problemas en educación, salud, trabajo y seguridad.

En Copa del Mundo, siempre ha habido anotaciones en el duelo por el tercer...

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