Mexicanos al servicio de la DEA

AutorAnabel Hernández

Orden de cateo en mano y con el apoyo de efectivos de la SIEDO, la madrugada del 8 de agosto de 2005 se inició un operativo encabezado por dos agentes de la DEA en una casa en Zapopan, Jalisco, en el kilómetro 25 de la carretera a Saltillo. Buscaban un laboratorio de producción de metanfetaminas cuya ubicación había sido proporcionada por un informante a sueldo de la agencia estadunidense.

Ese día el ingeniero Miguel Colorado, coordinador técnico de la Subprocuradu-ría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO, ahora SEIDO), recibió un oficio "muy extraurgente y confidencial", como quedó asentado en mayúsculas en el documento. El agente del Ministerio Público Juan Carlos Vázquez le instruía para que de inmediato enviara a los efectivos a su cargo a ese lugar de Zapopan.

Como ya era costumbre, bastaba una llamada de la Administración Antidrogas Estadunidense (DEA) para que el gobierno de México consiguiera órdenes judiciales instantáneas y enviara agentes que cumplieran sus órdenes sin corroborar la información. "Todo era al vapor", recuerda Francisco Javier Jiménez, quien entonces era agente de la SIEDO y solía participar en esas acciones por órdenes de sus superiores. Actualmente, Jiménez es prófugo de la justicia acusado en el contexto de la llamada Operación Limpieza.

Pero todo fue un fiasco. En la casa -propiedad de Roberto Ledezma, regidor del municipio jalisciense de Cuquío- no encontraron huellas de ningún laboratorio ni nada que se le pareciera.

Los agentes de la DEA no entendían qué había pasado. "Al entrar a la casa no había ni laboratorio ni droga ni nada. Todo era mentira", dice Jiménez en entrevista con Proceso. "Hicimos el operativo basándonos únicamente en información de ellos".

-Oye... ¿y esto? -afirma Jiménez que le preguntó a uno de los agentes de la DEA que coordinaban el operativo.

-Vamos a ir por el informante -respondió el estadunidense, quien tampoco sabía que se trataba de la casa de un político y que no había ningún narcolaboratorio.

La DEA llevó a su informante hasta el lugar del cateo. El hombre que los había hecho quedar en ridículo sólo puso "cara de palo". Jiménez afirma que lo increpó.

-¡No está el laboratorio que dijiste!

-Sí. Sí está.

-¡No está! ¿A ver? Quiero que me lo muestres -indicó el agente mexicano para "salvar la dignidad", según dijo, y prevenirse de las consecuencias legales del equivocado operativo.

Jiménez asegura que la DEA y los funcionarios mexicanos ofrecieron una disculpa al regidor y se retiraron.

"El gobierno de México sigue las indicaciones de la DEA sólo porque ellos dicen y en el momento en que ellos quieren", afirma.

Al servicio de EU

Apenas pasadas las elecciones del 2 de julio de 2006 la maquinaria de la DEA ya estaba echada a andar. Washington se dio a la tarea de crear un grupo especial con 200 efectivos de la PGR, la Policía Federal, la Marina, el Ejército y el Cisen, todos ellos subordinados a la agencia antidrogas y con estrictas órdenes de no compartir ninguna...

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