En Nochixtlán la Policía atacó parejo

AutorPedro Matías y Arturo Rodríguez

NOCHIXTLÁN, OAX.- A Jesús Cadena Sánchez no le gustaba levantarse temprano. Mucho menos si era domingo.

Por eso, el domingo 19, Patricia Sánchez, su madre, se alarmó cuando regresó del tianguis como a las 8:30 de la mañana y no encontró a su hijo dormido.

Hacía una hora que habían empezado a retumbar los cohetones alterando la tranquilidad de Asunción Nochixtlán, una pequeña ciudad de 26 mil habitantes que conecta la región mixteca con la supercarretera Tehuacán-Oaxaca, una vía estratégica bloqueada –como otros 37 puntos carreteros de la entidad– desde el lunes 13 por el magisterio disidente, a la altura del kilómetro 278.

La decisión de Jesús –que a sus 19 años era catequista– de ir a apoyar la resistencia en la barricada aún no cabe en la mente de Dionisio Sánchez, entrenador del equipo Chelsea de Nochixtlán, en el que el joven jugaba como mediocampista. Lo conocía desde niño, pues visitaba el comedor que Patricia tiene frente a una céntrica clínica de salud, y por eso sabía que no tenía militancia política ni mayor interés que ingresar a la Universidad de Chapingo.

Patricia Sánchez no se fijó a qué hora recibió la llamada de Heady Sánchez, enfermera del Hospital de Nochixtlán, quien le avisó de la muerte de su hijo. Tenía un balazo en el brazo derecho, pero murió por otro tiro que le atravesó la vejiga y salió por el glúteo izquierdo, según confirmó una de sus cuatro hijas, hermana de Jesús.

El camino a Huajuapan, paso obligado para ingresar a Nochixtlán, era un desastre desde que alrededor de las 7:30 un contingente policiaco –que oficialmente estaba integrado por 400 federales, 400 estatales y 80 ministeriales– arremetió contra las decenas de personas que hacían guardia en la barricada que bloqueaba la supercarretera.

Ráfagas de plomo surcaron el territorio mixteco en medio del espeso gas esparcido por las bombas lacrimógenas y las columnas de humo negro que emanaban de vehículos incendiados. Entre estos había dos camiones cargados con pollos que, 48 horas después, seguían difuminando su pestilencia.

Fueron muchos los nochixtlecos sin militancia política ni proximidad al magisterio que salieron a la entrada del pueblo, y fueron al menos cuatro vecinos los que ahí murieron, pues además de Jesús, falleció Óscar Luna Aguilar, que a sus 22 años era hijo de familia, ayudaba a su padre con el negocio familiar de forrajes y se había animado a poner su negocio de venta de jugos.

Aun siendo tan jóvenes, eran muy conocidos en la ciudad por sus respectivas actividades. Lo mismo pasaba con Yalid Jiménez Santiago, un taxista de 29 años que participó en el comité organizador de los festejos de su pueblo, en 2011.

Anselmo Cruz Aquino, de 33 años, trabajaba en una farmacia de Tlaxiaco; Óscar Nicolás Santiago, de 21 años, era campesino de Las Flores Tilantongo.

Los seis murieron en el hospital de Nochixtlán, que durante el domingo 19 quedó en medio del fuego cruzado.

Como justificó el comisionado de la Policía Federal: ninguno de los muertos era maestro; pero, a diferencia de lo sugerido por el gobernador Gabino Cué, ninguno era infiltrado.

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