Los nuevos esclavos de los cárteles

AutorJosé Gil Olmos

El secuestro de migrantes centroamericanos y mexicanos es ya un gran negocio para el crimen organizado. Y aun cuando las autoridades han firmado acuerdos, pactos y tratados, nada frena ese delito que, de acuerdo con cifras conservadoras de agrupaciones nacionales y extranjeras, deja ganancias de por lo menos 50 millones de dólares al año a los grupos delincuenciales.

Un informe reciente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) sostiene que desde 2008 se han registrado alrededor de 20 mil secuestros anuales. Durante su trayecto a Estados Unidos, los indocumentados son objeto de innumerable vejaciones de organizaciones criminales.

Alejandro Solalinde, quien dirige el albergue Hermanos en el Camino, ubicado en Ixtepec, Oaxaca, advierte que Los Zetas suelen secuestrar a hombres y mujeres y los obligan a trabajar para ellos como halcones. Asegura que él ha recibido testimonios de los plagiados, según los cuales los sicarios los adiestran y los convierten en su ejército de reserva.

En entrevista telefónica la víspera de la marcha contra los secuestros y violaciones a los derechos de los migrantes, que se inició el sábado 23 de manera simultánea en Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, y culminará en México el domingo 31, Solalinde manifiesta que se trata de una nueva versión de la leva en la que los migrantes centroamericanos y mexicanos son tomados como “desechables”.

El infierno

Los plagios de migrantes por parte de zetas comenzaron a denunciarse hace dos años. Al principio los sicarios no pedían rescate a los familiares, más bien obligaban a sus víctimas a trabajar para ellos.

Según los testimonios reunidos por Solalinde, luego de llevar tiempo desaparecidos, algunos jóvenes llamaban por teléfono a sus familiares para decirles que no dijeran nada al Ejército o la policía ni intentaran buscarlos; les comentaban que estaban trabajando para Los Zetas y que mejor se olvidaran de ellos porque nunca los iban a soltar.

Los migrantes, insiste el entrevistado, “están atrapados. Los sicarios primero los entrenan y luego los ponen a trabajar en las plazas nacionales que controlan, o incluso fuera del país.

“No se pueden salir del entorno al que los confinan porque los matan. Tuvimos información de que un par de jóvenes de Veracruz fueron obligados a participar en una matanza en Guatemala. (Los Zetas) se los llevaron para allá y los forzaron a matar a la gente. ¡Imagínese lo que estarán haciendo en otros lados del país.”

Encargado del área pastoral de migrantes de la Conferencia del Episcopado Mexicano y del albergue Hermanos en el Camino, Solalinde comenta que lo mejor que les podría pasar a esos “nuevos esclavos” del crimen organizado es que los metieran a la...

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