Orfebre Recuerda Joya Con La Que Reconocieron a Pedro Infante

Por Juan Carlos Gutiérrez Castillo. Corresponsal.

Mérida, 15 Abr. (Notimex).- A 57 años del suceso que para siempre lo convirtió en un referente obligado de los últimos días de Pedro Infante, Wilberth Eduardo Rosel Zapata ve que el tiempo avanza como las manecillas de los cientos de relojes que oferta en su establecimiento del Centro Histórico de esta capital.

Ahí, a menos de 100 metros de la Plaza Grande de Mérida, detrás de su mostrador, con 79 años (80 serán en agosto), el maestro relojero y experto orfebre recuerda aún con claridad su trato con Pedro Infante.

Lo conoció siendo un jovencito y al que recuerda por su trato y también por haberle confeccionado la joya que sirvió para confirmar su identidad, tras la caída de la avioneta que piloteaba la mañana del lunes 15 de abril de 1957.

De buen ánimo, pero ya con sus capacidades físicas disminuidas, Don Wilberth emprende, como cada abril, el viaje por el túnel del tiempo para recordar a Pedro Infante de quien puede hablar por horas.

Pero no puede sostener ya una conversación como consecuencia de la sordera que desde hace años lo afecta y que es no sólo irreversible, sino virtualmente total; de un 95 por ciento según sus familiares que trabajan con él.

Enterado por señas de que Notimex vuelve a visitarlo como ocurrió hace ya varios años, el joyero alcanza a decir claramente algunos de los detalles de los últimos días del ídolo de Guamúchil, Sinaloa, previos a ese lunes fatal.

Recordó también pormenores de María Félix, cuyo primer centenario se cumplió días atrás y quien "nació unos días antes que mi mamá".

Entre relojes baratos, "de batalla", caros y muy lujosos, así como de cuadros de Pedro Infante, el señor Rosel Zapata, con cerca de 70 años en la actividad, fue orfebre de una de las más lujosas joyas que el ídolo sinaloense lució y que permitió su identificación, junto con una placa de platino que traía en el cráneo, "herencia" de un avionazo previo.

En su oportunidad, en entrevista con Notimex, el empresario y comerciante recordó que esa alhaja "era una esclava de 250 gramos de oro amarillo de 14 kilates, que en su parte superior tenía unas alas sobrepuestas con las iniciales FAM (Fuerza Aérea Mexicana)".

De acuerdo con el joyero, el costo de ese trabajo que sólo se hizo para Infante, fue de 11 mil 500 pesos de esa época, "ocho mil 500 de oro y tres mil de mano de obra".

"Pedro, quien de cariño me decía Wilo, se la encargó a mi papá, Don Eduardo, en una época en la que las cosas se...

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