El país -entero- que fue secuestrado

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Todos los superlativos valen cuando se trata de describir Nigeria: es el mayor productor de petróleo de África, la potencia económica más pujante de esa región del mundo. Su producto interno bruto de 372 mil millones de euros (poco más de 6 billones de pesos) y su tasa anual de crecimiento de 7% hablan por sí solos.

Ese país se impone asimismo como la mayor potencia capitalista y con el número más alto de multimillonarios del continente. Son 19 en total y los encabeza Aliko Dangote, el hombre más rico de África, con una fortuna estimada en 20 mil millones de dólares.

Pero el país detenta otro récord: es uno de los más corruptos del mundo. Un ejemplo da la medida del problema. Según cálculos de Lamido Sanusi, gobernador del Banco Central nigeriano hasta hace tres meses, entre 20 mil y 43 mil millones de dólares provenientes de las exportaciones de crudo se esfumaron, sin dejar rastro en la contabilidad de la estatal Nigeria National Petroleum Coporation (NNPC) entre enero de 2012 y junio de 2013. El presidente Goodluck Jonathan, quien controla directamente la empresa, despidió a Sanusi por haber destapado ese escándalo.

Nigeria es también el país más poblado de África y el quinto más poblado del mundo, pero 70% de sus 177 millones de habitantes viven en pobreza o pobreza extrema. Los seis estados del noreste del país, feudo de la secta Boko Haram, son los más afectados por la miseria.

Dividido entre el sur petrolero y el norte árido, el país padece además profundas fracturas étnicas y religiosas que los líderes políticos aprovechan en función de sus intereses, propiciando la multiplicación de milicias, grupos separatistas y sectas fundamentalistas.

En ese contexto, la noche del pasado 14 de abril un comando de Boko Haram irrumpió en una secundaria de la noro-riental ciudad de Chibok, incendió el plantel y secuestró a 276 jovencitas, estudiantes de esa escuela.

El origen de esa secta salafista -a la cual el Consejo de Seguridad de la ONU acaba de incluir en su lista de organizaciones terroristas- se remonta a mediados de los noventa.

Entonces un grupúsculo de jóvenes islamis-tas se reunían para rezar en la mezquita de Haji Muhamadu Ndimi en Maiduguri, capital del estado nororiental de Borno.

Eran discípulos de Mohamed Yusuf, quien enseñaba una interpretación muy rigurosa del Corán. Ponía énfasis en los estragos causados por la educación occidental y despotricaba contra las teorías de la evolución y del big bang, así como contra ciertos aspectos de la química y de la geografía.

Como explican investigadores del International Crisis Group (ICG) -organismo no gubernamental dedicado al análisis y la prevención de conflictos en el mundo-, aunque crítico del gobierno, Yusuf colaboró con autoridades políticas de varios estados del norte de su país con la intención de ayudarlas a implementar la sharia (ley islámica) en sus feudos.

En su informe Curbing Violence in Nige-ria: the Boko Haram Insurgency (Contener la violencia en Nigeria: la insurgencia de Boko Haram), los expertos de ICG señalan que finalmente los gobernadores de esos estados se asustaron ante el integrismo del predicador y de sus adeptos.

Políticos y religiosos se alejaron. Los islamistas radicales crearon su propia organización, el Jama'tu Ahlis Sunna Lidda'awati wal-Jihad (El Pueblo Comprometido con la Propagación de la Enseñanza del Profeta Mahoma y de la Yihad) hacia el año 2000. La secta se dio conocer como Los Talibanes Nigerianos y acabó imponiéndose con el nombre de Boko Haram, que en hausa -la...

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