Los pecados del beato Juan Pablo

AutorCynthia Rodríguez

Roma.- Si Juan Pablo II merecía o no convertirse en santo, ya poco importa. Con la firma del decreto de beatificación por parte de Benedicto XVI el pasado 14 de enero, presentada por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, para bien o para mal, el próximo 1 de mayo, día de la Solemnidad de la Divina Misericordia, Karol Wojtyla avanzará un paso más hacia la santidad al ser beatificado.

Únicamente faltaba la firma del Papa Ratzinger para que el trámite procediera, luego de que los 30 cardenales y obispos que integran dicha congregación aprobaran dos días antes un milagro por intercesión de Juan Pablo II, aunque en marzo pasado su autenticidad aún estaba en duda.

Se trata de la curación de la monja francesa Marie Simon Pierre, que desde 2001 padecía Parkinson, misma enfermedad que sufriera Juan Pablo II en sus últimos años y que ella superó “de manera inexplicable” dos meses después de la muerte del Papa, según las autoridades médicas de la comisión de beatificación.

De que fue uno de los papas más carismáticos que ha tenido la Iglesia Católica, nadie tiene duda. El prestigiado vaticanólogo Marco Politi opina que para millones de personas la beatificación de Juan Pablo II es casi un hecho superfluo, “pues muchos, católicos y no católicos, han reconocido la figura extraordinaria del Papa Wojtyla. Si me preguntas si era importante la beatificación, respondo que no, porque desde mi punto de vista él se convirtió en santo tres días antes de su funeral, cuando 3 millones de personas esperaban en fila hasta 17 horas afuera del Vaticano para despedirse de él”.

Quienes vivían en Roma en 2005 nunca olvidarán aquel 2 de abril, cuando la ciudad se convirtió en un hotel al aire libre para millones de peregrinos y admiradores que aguardaban, muchos de ellos llorando, visitar por último a Juan Pablo II aunque ya no estuviera vivo.

Consultado por Proceso, Politi exalta a Juan Pablo II por enviar un mensaje de paz y en defensa de los derechos humanos más allá de la cultura católica, incluyendo a otras expresiones religiosas y dando a entender que Dios, más que una religión, es una dignidad.

“Fue el primer Papa en la historia que entró a una sinagoga y a una mezquita; en juntar a muchos líderes religiosos y reconocerlos como tales, como una manera de superar los conflictos entre religiones, porque mucho tiempo de su vida lo empeñó en combatir el fundamentalismo y en decir que el terrorismo nada tenía que ver con Dios.”

Juan Pablo II, continúa Politi, abrió las ventanas más inesperadas en la historia del catolicismo: “Fue el primer jerarca en criticar el capitalismo, al que llamó ‘monstruo’. No en balde fue llamado en la iglesia como ‘el último socialista’”.

De acuerdo con la biografía de Karol Wojtyla, su...

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