Lo que el presidente aún no entiende

La elección del Bergoglio tiene consecuencias no sólo religiosas sino políticas. Francisco es el primer pontífice latinoamericano y el peso del Vaticano puede tener diferentes incidencias políticas en la región. Si el Papa actúa como Bergoglio en Argentina, la Iglesia será no únicamente crítica sino intransigente frente al debate por alcanzar una mayor diversidad, flexibilidad y pluralidad en las opciones sociales; es decir, la moral católica se dejará sentir en temas como aborto, mujeres, sexualidad y rechazo homosexual. Bergoglio cuestionó las políticas "populistas" del kirchnerismo; po-tencialmente el Papa Francisco puede convertirse en un nuevo polo de gravitación en el área. Así lo entendieron los mandatarios que se dejaron ir de manera copiosa a la ceremonia religiosa de inicio del pontificado y breves encuentros que sostuvieron con el nuevo Papa, entre ellos Rafael Correa, de Ecuador; Cristina Fernández, de Argentina; Dilma Rousseff, de Brasil; Laura Chinchilla, de Costa Rica, y Sebastián Pinera, de Chile; Federico Franco, de Paraguay; Porfirio Lobo, de Honduras; Ricardo Martinelli, de Panamá, y Enrique Peña Nieto, de México.

En tanto católico que es, el presidente Peña Nieto se conmovió con la ceremonia religiosa. "Es un momento emotivo. Sin duda es un momento especial", expresó en rueda de prensa. En la víspera de la misa, concedió una entrevista a Televisa, y de manera confusa reiteró que su presencia en Roma se da en el marco del Estado laico: "México es un país laico, un país que respeta los diferentes credos religiosos y en el marco de esta condición se debe reconocer también de que México es un país mayoritariamente católico. Por eso, me congratulo de estar aquí presente representando al pueblo de México".

No queda suficientemente claro si su presencia se debe a que representa al pueblo mayoritariamente católico o a un Estado que respeta todos los credos religiosos. En todo caso, la obligación primordial del Estado moderno en un contexto de una notoria mayoría religiosa como la católica, el caso mexicano, es defender y proteger principalmente a las minorías religiosas.

Un Estado laico debe garantizar la equidad, es decir, la no discriminación, y garantizar los derechos, principalmente de las minorías. La justificación de su presencia en Roma refuerza los privilegios y trato diferenciado del jefe del Estado hacia una religión, corre el riego de irritar a los no católicos, que suman cerca de 20 millones de mexicanos.

El...

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