Pronósticos que aterran…

AutorMarco Appel

Bruselas.- Los peores pronósticos de una catástrofe nuclear en Japón se están cumpliendo.

La poca información oficial disponible hasta el jueves 17 indica que la planta nuclear de Fukushima –golpeada por un sismo de 8.9 grados Richter y un tsunami el pasado viernes 11– experimentaba múltiples fusiones y la piscina del reactor número 4 estaba casi seca, por lo que liberaba altas cantidades de radiación.

Los medios europeos ya hablan de una posible “megacatástrofe” comparable o superior a la de Chernobil.

Especialistas en la materia ya lo esperaban. Equipos vetustos, corrupción, intereses comerciales desaforados… la tragedia de Fukushima era cuestión de tiempo, consideran.

El 11 de agosto de 2007, el sismólogo japonés Ishibashi Katsuhiko advirtió: “Si Japón no toma medidas radicales para reducir la vulnerabilidad de sus centrales nucleares ante los sismos, el país podría vivir una verdadera catástrofe nuclear en el futuro próximo”.

Katsuhiko había renunciado un año antes al panel que fijó las normas sísmicas –en vigor desde septiembre de 2006 para las centrales nucleares japonesas– porque tales medidas no eran suficientemente estrictas y subestimaban la fuerza sísmica.

“Sin importar su localización”, dijo, “cualquier planta nuclear debe ser diseñada para soportar por lo menos la aceleración de un sismo de una magnitud de 7.3 grados, es decir aproximadamente mil unidades gal”.

La norma actual autoriza plantas nucleares resistentes apenas a 450 unidades gal. Ese límite ya fue superado por varios sismos: el que sacudió la central nuclear de Onagawa, al norte de Fukushima, en agosto de 2005; el de Shika, en marzo de 2007 y el de Kashiwazaki-Kariwa, en julio del mismo año.

Más recientemente, el pasado 16 de julio, el Centro Ciudadano de Información Nuclear (CNIC, por sus siglas en inglés), una organización pública con sede en Tokio, también alertó sobre los riesgos en esas centrales.

En un reporte, ese organismo expuso el caso de los siete reactores de la estación de energía más grande del mundo, la de Kashiwazaki-Kariwa, afectada el 16 de julio de 2007 por un sismo de 6.8 grados Richter que azotó la región de Niigata con saldo de cinco muertos y 2 mil 300 heridos.

“Fue pura buena suerte que tras el sismo no se hubiera escapado más líquido radioactivo”, observó el CNIC, que denunció el peligro de activar otra vez los reactores.

La prefectura de Niigata estableció dos subcomités de expertos para medir el impacto del terremoto en la planta, explicó el CNIC. Uno evaluó la integridad y la seguridad sísmica de los reactores; el otro, las condiciones del suelo.

“Este último subcomité”, dice el...

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