¡Hasta pronto, querido "Laco"!

AutorHernán Lara Zavala

Fue el caso de Eraclio Zepeda: árbol y fruto: tal para cual: escritory persona, uno reflejo del otro.

Como suele suceder conocí a Eraclio Zepeda primero como lector. Benzulul, su primer libro de cuentos, me cautivó de inmediato por el humor y agilidad de su prosa, por la magia del mundo que describía y por la sabiduría y conocimiento de la parte profunda del estado de Chiapas, de sus mitos, contradicciones y penurias. En principio pensé que era el heredero chiapaneco de Juan Rulfo pero, según me confió cuando lo conocí personalmente, no lo había leído entonces.

Su formación se la había dado su padre, quien le enseñó a "pepenar" historias por los caminos de su estado. Ahí también se formó en su otro gran oficio, el de cuentero, pues solía escuchar a los fabuladores de los pueblos donde aprendió el arte de la narración oral que le valió que yo lo propusiera, entre bromas y veras, como "patrimonio de la humanidad". Cuando Laco estaba en vena ejercía un poder hipnótico que cautivaba a sus escuchas mediante sus improvisadas pero elocuentes y graciosas historias y los transportaba a las más remotas regiones de Chiapas y a conocer a los más excéntricos y chuscos personajes, como Don Valentín Espinosa, de quien Laco afirmaba era "el hombre más culto del mundo aunque no sabía ni leer ni escribir, pero eso sí llevaba siempre en el bolsillo de su camisa cuatro o cinco plumas" o a Don Chicho que un día intentó volar al cielo y todo el mundo le hizo encargos para cuando viera a sus finados. En sus relatos hay un humor parecido al de Gabriel García Márquez, más por afinidad de personalidad que por imitación o influencia.

Como Rulfo, Laco llevaba sus cuentos metidos en la cabeza y les iba dando vueltas y vueltas hasta que lograba darles la forma justa. Le oí muchos cuentos que jamás llegaron a la imprenta y que, sin embargo, los guardo en la memoria y en el corazón como si los hubiera leído.

Sus dos primeros libros son espléndidos aunque de muy diferente estilo y temática: Benzulul, escrito cuando era muy joven, ocurre en el corazón de Chiapas, y entre sus cuentos memorables está el que le da título al volumen, además de "Vientooo", "El caguamo" y "No se asombre sargento" que tiene cierto parecido con "Diles que no me maten" de Rulfo. Vale la pena también el cuento "El mudo", en el que un hombre al cual le gustaba jugar a hacerse el mudo es mandado a fusilar por hacerse el chistoso, cuando en realidad había perdido el habla por pánico. Todos esos cuentos...

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