Los restos perdidos

AutorFrancisco Marín

Valparaíso CHILE.- La presencia del presidente Salvador Allende parece imborrable. Prueba de ello es la gran expectación que provocó la exhumación de sus restos llevada a cabo el pasado 23 de mayo.

A pesar del frío, casi un centenar de periodistas y camarógrafos –en su mayoría de medios internacionales– se apostaron desde las seis de la mañana de ese día en las afueras del mausoleo de la familia Allende Gossens, en el Cementerio General de Santiago. También estaban familiares del mandatario, así como los principales dirigentes de la izquierda chilena.

Esta diligencia se realizó en el marco de la investigación iniciada en enero pasado por el juez Mario Carroza, quien debe resolver el enigma sobre cómo murió Allende.

De hecho, Beatriz Pedrals, fiscal de la Corte Suprema, ordenó investigar las muertes del expresidente de Chile y de otras 725 personas ocurridas durante el régimen militar (1973-1990) y cuyos casos no fueron esclarecidos debido a que nunca se presentó querella alguna.

Pocos minutos antes de las ocho de la mañana del lunes 23, peritos del Servicio Médico Legal (SML) abrieron el féretro en cuyo interior se encontraba una caja con las osamentas del mandatario socialista.

Es la segunda vez que se exhuman los restos de Allende. La primera ocurrió en agosto de 1990, con motivo de los funerales oficiales que se le brindaron al exmandatario socialista. En aquella ocasión sus restos fueron trasladados del cementerio de Santa Inés de Villa del Mar –donde fue enterrado el 12 de septiembre de 1973– al Cementerio General de Santiago.

El lunes 23, antes que el cadáver de Allende fuera trasladado al edificio del SML, el juez Carroza habló con la prensa. Expresó que lo primero que harán los peritos es abocarse a la tarea de confirmar que los restos pertenecen al presidente Allende. Dijo que con ese objetivo se cotejará el ADN de sus huesos con las muestras de sangre que ya se obtuvieron de sus familiares más cercanos.

Cuando sus restos salían del mausoleo se pudo oír con claridad un grito: “¡Que viva el compañero presidente Salvador Allende!”. Éste fue lanzado por Jorge Paredes Leiva, un militante de base socialista, uno de los pocos representantes del pueblo allendista que pudo estar esa mañana allí.

El tanatólogo español Francisco Etxeberría, quien forma parte del equipo de 11 especialistas (seis chilenos y cinco de otros países) que intentará establecer las verdaderas causas de la muerte de Allende, informó a Radio Cooperativa (23 de mayo) que los resultados de la autopsia “estarán en los próximos meses”. Sin embargo, dio a conocer que “en unas pocas semanas uno tendrá una opinión que será cualificada”.

Al concluir la exhumación, la hija de Allende, la senadora Isabel Allende, reiteró su convicción de que su padre se suicidó. Expresó su confianza en que la investigación judicial permitirá aclarar las dudas que existen con respecto a su muerte. “El presidente Allende tomó la decisión de morir como un gesto de coherencia política en defensa del mandato que le fuera entregado por el pueblo”, sostuvo Isabel. Y señaló que era necesario perseguir los crímenes que llevaron a su padre a tomar tal decisión.

Ana...

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