Scherer con Los Montoneros

AutorJulio Scherer García

BUENOS AIRES.- A un lado quedaron las granadas de mano y sobre un sofá descansan la ametralladora portátil y una .45. El secretario de Acción Política del Consejo Supremo de los Montoneros, Norberto Habegger, se dispone a beber el primer vaso de vino.

Nos muestra copia de la carta que hace unos días envió al Episcopado argentino:

"... el ejercicio de la violencia, a la cual fuimos empujados después de tantos años de represión y de imposibilidad de vida democrática en el país, es asumido con dolor, con responsabilidad, en defensa propia, como respuesta a tantos crímenes y persecuciones, orientada por objetivos políticos y sin concebirla jamás como una cosa buena en sí misma.

No vamos a renunciar a la lucha. Es nuestro imperativo como argentinos, peronistas y montoneros, y para muchos de nosotros también una obligación como cristianos: la fidelidad a un mensaje bíblico que se apoya en las justas aspiraciones de los perseguidos, de los proscritos, de los pobres.

Arribamos con naturalidad al dilema que muchos hombres se plantean pero muy pocos encaman. Casi sin sugerirlo quedó expuesto el tema ante Juan Gelman, el otro miembro del Consejo Supremo presente en la entrevista; de Mario, delegado del Consejo de la provincia de Buenos Aires, y del corresponsal de Der Spiegel, la revista alemana que se disputa la primacía con Stem, famosa en el mundo.

Imagine a [Aldo] Moro [político italiano que acababa de ser asesinado por una agrupación marxista] presidente de Argentina. ¿Festejaría el crimen Norberto Habegger?

-Si Moro hubiera sido el presidente de Argentina, bueno como fue, honesto y sinceramente religioso como fue, inteligente y culto como fue, su muerte habría sido saludada con una explosión de júbilo popular.

El silencio que se hace es largo, doloroso.

En la lucha política no están en juego las virtudes personales. El tema que importa es el papel histórico que juegan los personajes. [El general golpista argentino Jorge] Vídela o Moro en la Argentina es lo mismo, pero hablemos de Vídela, que no es honrado, que no es bueno, que no es culto, que es hipócritamente religioso, que representa el crimen, la tortura, la opresión, el secuestro, la pobreza, el escamoteo de la dignidad nacional, la injusticia, el sufrimiento del pueblo, en suma. Sabemos que Vídela no es el objetivo, pero igualmente sabemos que es parte del aparato y es el aparato el que tenemos que desmontar. La muerte de Vídela como hecho aislado no contaría en el proceso de la...

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