En seguridad, vaivenes sangrientos

AutorJorge Carrasco Araizaga

El cambio y el incumplimiento han sido las constantes en el gobierno de Enrique Peña Nieto en materia de seguridad. Recambios de funcionarios en áreas clave, estrategias fallidas, anuncios sin efecto y acciones a medias han marcado los casi cuatro años que lleva su sexenio.

Aunque hasta ahora ha mantenido a un solo titular en la Secretaría de Gobernación como máximo responsable de la seguridad del país, ha tenido a tres encargados de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) y a tres en la prevención del delito. Todos bajo la autoridad del secretario Miguel Ángel Osorio Chong, a quien Peña Nieto le dio un gran aparato de seguridad e inteligencia para reducir los niveles de violencia que tienen a México entre los países más inseguros del mundo.

Apenas había pasado año y medio de su administración cuando cayó el primer comisionado nacional de Seguridad, Manuel Mondragón y Kalb, en medio de desencuentros con Osorio Chong y sus complicaciones para echar a andar una de las principales propuestas de Peña Nieto contra la inseguridad: la creación de una Gendarmería Nacional, en reemplazo de la Policía Federal (PF).

Según versiones de la propia corporación policial, Mondragón y Kalb nunca se entendió con Osorio Chong. Quería tratar directamente con el presidente, tal y como los secretarios de la Defensa Nacional,

Salvador Cienfuegos Zepeda, y de Marina, Vidal Francisco Soberón Sanz.

El proyecto de la Gendarmería acabó en un remedo. Ni Gobernación ni las Fuerzas Armadas se pusieron de acuerdo, dejando en el desamparo el proyecto presidencial (Proceso 1970). Mondragón y Kalb salió de la CNS en mayo de 2014. Lo reemplazó Monte Alejandro Rubido García, viejo integrante de los aparatos de seguridad y uno de los colaboradores más cercanos del exsecretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna.

Ante el desacuerdo en el gabinete de seguridad sobre si los civiles o los militares tendrían el control de la Gendarmería Nacional, el Ejército y la Marina se replegaron. A Rubido García no le quedó más que reducir la Gendarmería Nacional a una división más de la Policía Federal, que depende de la propia CNS.

Pero Rubido sólo duró año y medio en el cargo. Lo sentenció la fuga de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, del penal de máxima seguridad del Altiplano, en el Estado de México, en julio de 2015. Aunque dejó el cargo hasta agosto siguiente, Alejandro Rubido no pudo impedir su salida, pues además de tener bajo su mando a la PF, la CNS es la responsable de las prisiones federales, como la del Altiplano, a través del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (OADPRS).

El entonces comisionado del OADPRS, Juan Ignacio Hernández Mora, fue cesado. En su lugar llegó Eduardo Guerrero Duran, un cuestionado empresario de la seguridad privada que estuvo a cargo de los penales en el gobierno de César Duarte, en Chihuahua.

Otra propuesta de seguridad frustrada del gobierno Peña Nieto fue su oferta de anteponer la prevención a la...

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