Sentencia implacable

AutorAnne Marie Mergier

París.- Se hizo un gran silencio cuando Hervé Stephan, presidente de la Corte Penal de París, vestido con su toga roja adornada con una larga cinta de armiño, entró en la sala del tribunal el pasado 17 de diciembre.

El magistrado leyó el fallo con suma solemnidad: cadena perpetua para el general Juan Manuel Contreras Sepúlveda y el general de brigada Pedro Espinosa Bravo –quienes encabezaron la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina), policía secreta de Augusto Pinochet– por la desaparición de cuatro franco-chilenos entre 1973 y 1975, y penas de encarcelamiento de 15 hasta 30 años para otros 11 acusados, en su mayoría militares involucrados en distintos grados en estos crímenes. Un solo acusado fue considerado libre de culpa por falta de pruebas convincentes en su contra.

Una extraña corriente eléctrica pareció sacudir a los familiares de las cuatro víctimas –Georges Klein, Alfonso Chanfreau, Etienne Pesle y Jean Yves Claudet–, sus abogados, los testigos llegados de Chile, Europa, Canadá y Estados Unidos, el público y los periodistas.

Las miradas convergieron hacia el lugar donde hubieran debido sentarse los acusados: bancas vacías protegidas por un gran cubo de vidrio antibalas.

Durante varios segundos nadie habló y de repente todos los presentes aplaudieron. El presidente Stephan esbozó una leve sonrisa.

Volvió el silencio y empezó la última parte del juicio: la audiencia civil. William Bourdon, abogado de las familias Klein, Chanfreau y Pesle, pidió reparaciones financieras: 100 mil euros para cada familiar que representaba. En cambio Sophie Thonon, abogada del cuarto desparecido, expresó: “La familia Claudet no pide nada, por considerar que la vida de Jean Yves no tiene precio. La alegría que sintió al oír el fallo le basta”.

La corte salió para deliberar. Regresó al cabo de media hora, proponiendo sumas bastante inferiores a las pedidas.

Esa divergencia entre las familias creó algo de desconcierto. Fue la única nota disonante en ese juicio ejemplar que se llevó a cabo del 8 al 10 de diciembre, y luego del 12 al 17 de diciembre, cada día de las nueve y media de la mañana a las siete de la tarde.

Ubicado en el mismo corazón de la Ciudad Luz, a escasos metros de la catedral de Notre Dame, el Palacio de Justicia está cargado de historia. Del siglo X al siglo XIV, el Palais de la Cité albergó a los reyes de Francia; luego fue sede de la administración real. Durante la Revolución Francesa alojó al temido Tribunal Revolucionario.

Un promedio de 80 a 90 personas –magistrados, abogados, familiares de desaparecidos, testigos y público– participaron en las audiencias o asistieron a ellas.

Una sección del tribunal estuvo reservada para la prensa. Se llenó la primera mañana del juicio y por la tarde del 17 de diciembre, día del fallo. Los periodistas franceses siguieron esporádicamente las sesiones de trabajo. Sólo cuatro asistieron diariamente, entre ellos la corresponsal de Proceso. No hubo un solo reportero latinoamericano, ni siquiera un chileno.

Durante la audiencia del 10 de diciembre, Isabelle Ropert, cuyo hermano Henri, también colaborador franco-chileno de Salvador Allende, fue detenido, torturado y ejecutado, acabó su testimonio declarando que los medios de comunicación chilenos no prestaban la mínima atención al juicio.

“Llamamos a todos los canales de televisión. Unos directivos nos preguntaron dónde podíamos comprar algunas imágenes”, denunció indignada.

Los medios franceses, en cambio, publicaron amplios reportajes sobre los cuatro desaparecidos chilenos en vísperas del proceso penal. Luego desplegaron la información sobre el fallo.

Georges Klein, Alfonso Chanfreau, Etienne Pesle y Jean Yves Claudet tenían mucho en común a pesar de que nunca llegaron a convivir. Además de sus orígenes franceses, creyeron en Salvador Allende y cada cual a su manera se involucró de lleno en su proyecto político.

Klein, psiquiatra, militante socialista y luego comunista, fue uno de los consejeros cercanos de Allende. Se encontraba a su lado el 11 de septiembre de 1973, cuando los militares golpistas bombardearon el Palacio de la Moneda. Fue detenido y trasladado al regimiento de artillería Tacna junto con otras 40 personas. Todos fueron maltratados y humillados.

El 13 de septiembre los militares subieron a un camión a un grupo de 20 presos, entre ellos Klein. Se perdió su pista. Desde ese día su familia lo sigue buscando.

Después del golpe militar, Alfonso Chanfreau, militante del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), se convirtió en responsable clandestino de su organización para la ciudad de Santiago. Fue detenido por la Dina el 30 de julio de 1974, atrozmente torturado en el centro de detención secreto de la calle Londres 38 y luego en el de la Villa Grimaldi; fue regresado a la calle Londres y más tarde desapareció.

En 1953 el sacerdote francés Etienne Pesle se fue a vivir a Chile. Tenía 26 años. Unos 13 años más tarde dejó el sacerdocio para casarse con Aydée Méndez Cáceres, con quien tuvo dos hijos. Estaba a cargo de la reforma agraria en la región de Temuco. El 12 de septiembre de 1973 fue detenido 24 horas y luego liberado. El 19 de septiembre fue aprehendido de nuevo por integrantes de la Fuerza Aérea Chilena y nunca más volvió a reaparecer.

Fue en Argentina donde se perdieron las huellas de Jean Yves Claudet. Ingeniero, militante del MIR, lo detuvieron dos veces después del golpe militar. En 1974 fue expulsado a Francia.

Empezó entonces a desempeñarse como enlace entre los miristas exiliados en...

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