Signos / El aire que nos mata

A quienes vivimos en la zona metropolitana de Guadalajara nos persigue una maldición, pues pareciera que cada año estamos condenados a padecer las consecuencias de los feroces incendios en el Bosque de la Primavera, como consecuencia del descuido, del abandono, de la irresponsabilidad, de la falta de sensibilidad de nuestras autoridades municipales y estatales, que nunca han puesto la debida atención para cuidar y preservar ese pulmón vital para la vida en el Valle de Atemajac.

La Primavera no solamente contribuye a purificar el aire que respiramos, también genera los vientos que se llevan la contaminación que flota en el aire y es un factor que contribuye, con su humedad, a provocar las lluvias, que después enriquecen los mantos freáticos, de los cuales obtenemos una parte muy importante del agua potable que se consume en el poniente de Guadalajara.

Para que no se nos olvide y para que nos persiga ese recuerdo como una maldición, habría que rescatar la trágica historia que vivimos precisamente un día como hoy, 26 de abril, del año pasado, cuando un enorme incendio en La Primavera generó tanto humo y contaminación, que oscureció el cielo de una amplísima región y sometió a la gente a una de las más severas contingencias de la historia. Las mediciones que se hicieron señalaron que la contaminación llegó a 370 puntos Imeca.

El incendio ocurrido en el bosque de La Primavera la última semana de abril consumió 8 mil 478 hectáreas, equivalentes a un tercio de toda la extensión de la zona metropolitana de Guadalajara que está calculada en 27 mil hectáreas.

Usted recordará que la crisis ambiental se expresó con toda crudeza en el cierre del año pasado, cuando los índices de contaminación llegaron...

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