Signos / Cuidado con la violencia

La mayoría de los estudiantes de la Universidad de Guadalajara tienen razones de sobra para protestar contra el mal transporte público y exigir que se les proporcione un servicio más eficiente, decente, suficiente y limpio. Todos los días, los chamacos tienen que padecer los malos humores y los desconsiderados tratos que les dan los choferes, quienes reniegan cada vez que reciben un transvale, porque argumentan que el descuento a los escolares lo tienen que padecer ellos en sus bolsillos y en sus ganancias.

En otros casos los conductores ni siquiera detienen sus unidades para levantarlos, porque ya saben, por anticipado, que habrá una merma en sus ingresos.

A eso habría que agregarle que, en las horas pico, cuando hay más demanda de servicio, es un verdadero martirio que los muchachos puedan abordar alguna unidad.

Por lo regular, en las horas de más demanda, los camiones van muy llenos porque pasan muy separados unos de otros, y sí los estudiantes quieren llegar a tiempo a clases, tienen que colgarse de las puertas y viajar en los estribos, expuestos a muchos contratiempos y accidentes que hasta podrían ser fatales.

Sería bueno que alguna autoridad importante como Alfonso Rejón Cervantes, el Secretario de Vialidad, se diera una vuelta por el rumbo de Los Belenes, de la Glorieta de la Normal o del Politécnico, entre las cinco y las siete de la mañana, para que viera como sufren por el mal transporte los muchachos que van a las escuelas superiores y preparatorias de la Universidad de Guadalajara ubicadas en esas zonas.

Por eso no es extraño que la Federación de Estudiantes Universitarios, encabezada por Carlos Corona, haya encontrado terreno fértil para estimular la inconformidad de los estudiantes, con el...

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