Ultraderecha: Nueva imagen, mismos principios

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Marine Le Pen habla de triunfo y celebra el advenimiento del tripartidismo en Francia. Es categórica: el Frente Nacional (FN) acaba de imponerse definitivamente como competencia política ineludible para el Partido Socialista (PS) y la Unión por un Movimiento Popular (UMP).

La segunda vuelta de las elecciones municipales del pasado 30 de marzo la entusiasma. Por primera vez en sus 42 años de existencia el FN conquistó 11 alcaldías y colocó a mil 300 frentistas en concejos municipales de todo el país. Con estos resultados muestra que no sólo atrae votos de protesta sino también, cada vez más, de adhesión.

En estas elecciones el FN compitió en 597 de las 36 mil 681 municipalidades; sus candidatos contendieron en todas las ciudades de más de 100 mil habitantes, en 60% de las urbes con poblaciones de entre 30 mil y 100 mil habitantes y sólo en 1% de los municipios más pequeños. No se pudo imponer en las primeras pero ganó en el sector 7 de Marsella, ciudad de 150 mil habitantes.

A escala nacional el FN recogió 6.84% del total de votos, mientras sus principales contrincantes (UMP y PS, presentes en todas las municipalidades), recaudaron respectivamente 45.91% y 40.57%; 36.3% de los electores galos no votó, número inédito en una segunda vuelta de elecciones municipales desde la instauración de la Quinta República, en 1958. Numerosos analistas consideran que la tercera fuerza política del país en realidad es "el partido de los abstencionistas".

En 1995 el FN, entonces dirigido por Jean Marie Le Pen, había logrado imponerse en tres ciudades del sur de Francia. La experiencia fue un fracaso: no pudieron administrar las ciudades y las fueron perdiendo en medio de escándalos de corrupción. Marine Le Pen sacó lecciones de esa experiencia y al parecer su partido es capaz de, ahora sí, arraigarse a nivel local.

Las ciudades que le toca administrar están devastadas por años de abandono, padecen altísimas tasas de desempleo, problemas de vivienda, inseguridad, tensiones raciales. Levantarlas es el reto de Marine Le Pen. Su éxito es indispensable para su estrategia de "desatanización" del FN: borrar su carácter extremista y presentarlo como un partido nacionalista, serio, respetable y capaz de gobernar.

Como explicó en entrevista con el vespertino Le Monde (28 de marzo), lo único que le falta al FN es "demostrar lo que somos capaces de hacer en el terreno. Es decir presentar un balance. Será gracias a ese balance que podremos pasar a una etapa superior".

La tarea será difícil para los flamantes alcaldes frentistas. Las restricciones presupuéstales limitaron considerablemente las dotaciones del Estado a los municipios; además todos los candidatos del FN se comprometieron a bajar los impuestos locales. ¿Con cuáles recursos cumplirán sus numerosas promesas electorales? ¿Cómo revita-lizarán sus ciudades moribundas y mejorarán la seguridad pública? La presidenta del FN se limita a asegurar que su equipo de alcaldes "asombrará" a Francia.

Imponerse como alternativa de poder es la mayor ambición de Marine Le Pen. Contra lo que preconizaba su padre, pretende lograr su cometido a partir de la implantación en los municipios y convirtiendo al FN -hoy con sólo 70 mil militantes- en un gran partido de masas.

No le fue fácil imponer ese cambio estratégico a su partido. En 1998 Bruno Mé-gret, entonces segundo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR