El valedor / Casa blanca, mausoleo

Fue hace un año y tres días cuando un raigón del territorio guerrerense amaneció empantanado en sangre después de que en varias decenas de jóvenes estudiantes se perpetró el más bestial, el más enfermo y cruel de los crímenes cometidos en una tierra expuesta a todos los crímenes ejecutados durante el gobierno del PRI y del PAN, tierra claveteada de cárceles clandestinas cuyas celdas de tortura alimentan unas fosas también clandestinas. Es el Estado, es el gobierno, es el PRIVerde, es México.

Esa mañana Ayotzinapa amaneció nublada, oscurecida por el dolor brutal de unos padres huérfanos de sus hijos y los calculados embustes de unas autoridades encargadas de administrar justicia que en el tanto de doce meses vienen tramando una red de simulaciones, embustes y truculencias que más tarde iban a disfrazar de "verdad histórica", y a asestar el consabido carpetazo, y a intentar desviar la atención de las masas sacudiéndoles por enfrente el espantajo del populismo. México.

Pues sí, pero no, que esta vez el estilo del nuevo-viejo PRI no le iba a dar resultado, como sí le funcionó con las masacres impunes de Acteal, Aguas Blancas, El Bosque, El Charco, Salvárcar, el "daño colateral" de la carnicería producida por el ebrio (de sangre), y San Fernando, Tlatlaya, Apatzingán, Tanhuato y tantas matanzas más. Esta vez no, dicen los padres huérfanos de sus hijos.

Porque en el país se ha producido un cambio histórico, y no precisamente en los métodos atrabiliarios del partido tricolor. Este cambio se advierte en el hecho de que ya sus víctimas no se resignan ante la fatalidad de la agresión impune y recurrente por parte del PRIGobierno. Ya no hay rechinar de dientes y agachar la testa ante quienes detentan el monopolio de la "violencia legítima" que tan ilegítima nos resulta. Ya no.

Aún aplastados por el dolor de sus asesinados por comisión u...

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