Vergonzosa, la reflexión histórica del Bicentenario: Díaz Arciniega

AutorJudith Amador Tello

Así lo considera el historiador Víctor Díaz Arciniega, profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, cuando se le plantea lo anterior como una pregunta:

“En términos generales, sí. La oportunidad se diluyó, por un lado, en pensar cómo festejar, que no está mal: En 1923, si mal no recuerdo, Álvaro Obregón hizo una fiesta para celebrar la consumación de la Independencia, era perfectamente válido después de una sangría y de la situación de crisis tan feroz como la que tuvimos, y se agradeció.

“Ahora vamos a hacer una fiesta para sentirnos agradecidos con qué, con quién, por qué. Nuestra frustración no es producto de la población o de la sociedad, es derivada de la política, ¡de la mala política! Entonces la fiesta no se justifica. Se hubiera justificado y agradecido aprovechar lo que se denomina homenaje, hacer un homenaje a la Independencia y a la Revolución para ponernos a pensar, más que en nuestro pasado, en nuestro presente en función del porvenir. La historia es ‘la gran maestra’ porque nos invita a no repetir los errores, a aprender de ellos y seguir adelante.”

También especialista en literatura, en historiografía cultural de los siglos XIX y XX e historiografía política del siglo XX, Díaz Arciniega participó en el foro académico Historia de México. El libro oficial de la “historia no oficial”, realizado por el Seminario de Historia de México Contemporáneo, de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el pasado 29 de julio.

Organizado por el historiador Carlos San Juan, el foro tuvo como propósito analizar el libro Historia de México, coordinado por Gisela von Webeser, directora de la Academia Mexicana de la Historia, y escrito por miembros de ésta y coeditado por la Presidencia de la República, la Secretaría de Educación Pública y el Fondo de Cultura Económica, en el marco de los festejos del Bicentenario.

Trece historiadores analizaron el capítulo de su especialidad. A Díaz Arciniega correspondió “Los años revolucionarios (1910-1934)”, de Álvaro Matute. Un día antes acepta adelantar a Proceso algunas de sus reflexiones. Por su campo de conocimiento, habla también de los capítulos “El Porfiriato (1876-1911)”, de Javier Garciadiego; “México entre 1934 y 1988”, de Jean Meyer; y “México contemporáneo (1988-2008)”, de Enrique Krauze.

Hay fallas graves, dice directo. En primera, no se cumple con los supuestos propósitos de divulgación y síntesis, y de...

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