Lo Que El Viento Se Llevó

ARTÃiCULO DE OPINIÓN

Por Elías Rafful Vadillo*

Esta semana, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública dio a conocer cifras de incidencia delictiva que muestran un claro descenso en los homicidios dolosos cometidos en el país. Incluso el propio presidente Enrique Peña Nieto aseguró que el número de averiguaciones previas por ese delito en 2014 se redujo 28% respecto al 2012, y que durante el mismo período, las extorsiones bajaron en 20.7 por ciento.

Tomando en cuenta no sólo los números fríos, sino la tendencia observada, más allá de si se ha cumplido con la prometida reducción del 50%, es evidente que la política de seguridad está dando resultados. Pero no es mi intención abundar en una discusión en la que claramente hay lugar para puntos de vista diferentes. Más bien lo que quiero es poner en perspectiva estas cifras, en comparación con la oportunidad que tuve recientemente de visitar una ciudad de los Estados Unidos que no es de las que más se habla.

Pasé el Fin de Año en Charleston, Carolina del Sur. Quería ir a una ciudad bonita y tranquila. No estaba para el bullicio de una gran ciudad, ni para caminar y caminar sin parar porque había que conocer dos museos, tres iglesias, un parque y cuatro sitios de interés por día. Charleston acabó siendo mi mejor opción: cercana, callada, con lugares hermosos por conocer, pero sin correr. Es una de las primeras ciudades planeadas de Estados Unidos y quizá la mejor conservada. Su centro histórico se ha quedado como una fotografía del estilo arquitectónico antebellum, es decir, previo a la Guerra Civil. Incluso está prohibido construir edificios.

La mejor manera que tengo para describirlo es pedirles que cierren los ojos y recuerden la película "Lo que el viento se llevó", cuyo legendario protagonista, Rhett Butler, encarnado por Clark Gable, era originario de allí. Carolina del Sur fue el primer estado que declaró su secesión de la Unión Americana. Cuenta con una importante población afroamericana, aproximadamente 30% del total, y uno aún puede recorrer las plantaciones de algodón y arroz.

Hay incontables ejemplos de la mejoría de las condiciones de vida y de los avances en materia de derechos humanos de la minoría afroamericana, pero aún hoy persisten diferencias sustanciales con respecto a la población "blanca", si se me permite decirlo así. Una visita a esos estados lo ilustra aún de mejor manera.

¿Es tranquilo, Charleston? Sí, pero sólo por encima. Conforme uno se aleja...

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