[La vida entre rejas]

Ya nadie puede hacerme más daño del que he sufrido".

Con esa frase lapidaria, Sara Aldrete resume lo que ha sido su vida. Se refiere tanto a los años que lleva en prisión -desde mayo de 1989- hasta los últimos días que pasó con Adolfo de Jesús Constanzo, líder de la secta conocida como los "Narcosatánicos".

Sara María Aldrete Villarreal, una tamaulipeca nacida el 6 de septiembre de 1964, es también conocida como "La Madrina", "La Sacerdotisa" o simplemente "La Narcosatánica", pues se le asoció con la banda que lideraba Constanzo, aunque ella se dice inocente y víctima de las consecuencias.

"Se me relaciona porque me relacioné, me involucré de una manera muy tonta, conocí a Adolfo en Tamaulipas (Matamoros) en una avenida, platiqué con él porque estaba haciendo una investigación de antropología de cultura de religiones; lo conozco, le veo los collares, empezamos una amistad, pero una amistad muy corta", aseguró en una entrevista publicada el 7 de mayo del 2000, cuando presentó, desde el Reclusorio Preventivo Femenil Oriente, su libro "Me Dicen la Narcosatánica".

"Cada vez me impactaba más, me gustaba mucho, era un enigma, una atracción muy fuerte, pero no era una atracción sexual ni física, era una atracción espiritual; llevo 11 años en prisión por una amistad de un año y 7 meses".

Aldrete, una mujer alta y rubia, fue juzgada -y condenada primero a una pena de 647 años y 5 meses en prisión, que luego se redujo a 62, pero sólo debe cumplir 50 años como pena máxima- por homicidio calificado, delitos contra la salud en sus modalidades de posesión y transporte de mariguana y cocaína, además asociación delictuosa, acopio de armas de fuego y portación de arma sin licencia.

Por los mismos cargos, Elio Hernández, David Serna, Serafín Hernández y Sergio Martínez recibieron 67 años, luego de fincárseles responsabilidades por los 15 asesinatos y destazamientos rituales practicados por el santero cubano Adolfo de Jesús Constanzo, caso que inspiró al novelista estadounidense Barry Gifford a escribir "Perdita Durango", que posteriormente fue adaptada al cine por el español Alex de la Iglesia.

En prisión, Aldrete encontró la manera de sobrevivir, de dejar atrás y pasado que se convirtió en terror. La literatura y la escritura fueron fundamentales para eso.

"La verdad es que superé ese pasado, le di una patadita, me di la vuelta y seguí. Qué más puedes hacer, tienes que vivir y continuar, si yo siempre cargara esa piedra traería una joroba del tamaño del...

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