Las empañoladas

AutorAnne Marie Mergier

LONDRES.- La judoca Wodjan Al Seraj-Abdularahim Shaherkani logró permanecer 82 segundos en el tatami el viernes 3 durante su combate en la categoría de los pesos pesados. Fue derrotada sin pena ni gloria por la puertorriqueña Melissa Moji-ca. Sin embargo, su fugaz aparición hizo que esa joven de 16 años entrara en la historia por ser la primera mujer saudita que participó en Juegos Olímpicos.

Cinco días más tarde, el miércoles 8, su compatriota Sarah Attar también hizo historia al correr los 800 metros pero pasó inadvertida. A diferencia de la de judo, la Federación Internacional de Atletismo autoriza que las atletas musulmanas compitan con el cabello cubierto por una bufanda. Acompañada por su padre, Shaherkani llegó crispada a la competencia. No era para menos, pues desde 10 días atrás se había convertido, involuntariamente, en la causa de graves disputas entre las autoridades deportivas sauditas y Ma-rius Vizer, presidente de la Federación Internacional de Judo.

Periodistas, fotógrafos y camarógrafos del mundo entero tomaron por asalto la sala de torneos. La joven lloró en los brazos de su padre al final del encuentro mientras que, solidario, el público aplaudía su proeza extradeportiva: pasar súbitamente del anonimato a una exposición mediática despiadada. Encontrarse en la mira de la prensa internacional no fue el único suplicio de esta competidora. Desde su aparición en la ceremonia de apertura de estos juegos, cerrando la marcha de la delegación saudita junto con Sarah Attar, ambas tapadas de pies a cabeza por sus abayas negras, las dos atletas fueron objeto de insultos y obscenidades por parte de sus paisanos en las redes sociales.

El hostigamiento de los internautas sauditas llegó a tal punto que el padre de Shaherkani dijo al diario libanés francófono L'Orient le jour que demandaría a los detractores de su hija "por manchar su honor en la web". Preciso que ya había pedido auxilio al príncipe Ahmad ben Abdel Aziz, ministro saudita del Interior.

La controversia alrededor de la judoca empezó el pasado 25 de julio cuando Vizer anunció públicamente que, conforme al reglamento de la Federación Internacional de Judo, la joven estaba obligada a combatir sin velo.

El padre de Shaherkani amenazó con llevarse a su hija a casa y la delegación saudita con regresarse a Riad. El presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge, convocó una junta de emergencia con Vizer y los dirigentes deportivos sauditas, cuyos resultados no se difundieron. El viernes 3, la judoca llegó al tatami con un gorro de goma negro parecido al que utilizan los nadadores.

Las reglas islámicas

El 12 de julio último, Arabia Saudita anuncio que incluiría a dos mujeres en su delegación olímpica. El príncipe Nawaf ben Fayçal, responsable del deporte saudita, impuso condiciones drásticas a las atletas: debían vestir la indumentaria islámica; estar siempre acompañadas por un pariente cercano, masculino por supuesto, y por ningún motivo mezclarse con hombres de su propia delegación ni de ninguna otra.

El presidente del COI aceptó, sin sospechar que Vizer invocaría el capítulo 50 de la Carta Olímpica que prohíbe cualquier demostración política, religiosa o racial en los juegos, así como al reglamento de la federación que dirige...

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