25 años del Centro Tlachinollan. El país, "desfondado" en materia de seguridad y derechos humanos

AutorGloria Leticia Díaz

En los últimos 25 años Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, ha sido testigo de primera mano de cómo el país se ha ido "desfondando" en materia de seguridad y respeto a los derechos humanos, así como del incremento de los riesgos que conlleva ser defensor de esos mismos derechos en México.

Barrera, con una trayectoria ampliamente reconocida en ese ámbito -tres premios y reconocimientos nacionales y cinco internacionales de 1996 a 2017-, hace un recuento en entrevista con Proceso respecto del trabajo desarrollado por Tlachinollan durante un cuarto de siglo. Esa labor quedó plasmada en el informe Montaña, llena eres de Esperanza.

Tlachinollan, una de las organizaciones que representa a los padres y madres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos el 26 de septiembre de 2014, nació documentando abusos cometidos por autoridades locales; al paso de unos años incursionó en el registro de casos de violaciones graves a los derechos humanos derivados de la militarización de la Montaña.

Entre las referencias que toma el informe de Tlachinollan destacan los datos del Institute for Economics and Peace 2019, según el cual "la paz en México tuvo un retroceso de 4.9% y su deterioro se materializó en 22 estados". La institución atribuye esta situación a un incremento de 14% en la tasa de homicidios, siendo los hombres jóvenes, de entre 15 y 29 años, los más afectados, con 42% de incidencia.

Guerrero se colocó como uno de los estados más violentos en 2018, con 2 mil 472 asesinatos, en tanto que en los primeros cinco meses de 2019 la numeralia alcanzó 748 víctimas, de acuerdo con los registros hemerográficos consignados en el informe de Tlachinollan.

En 1997, tres años después de haber nacido como organización, "siendo aprendices" en la defensa de los derechos humanos, Tlachinollan documentó casos de tortura cometidos por miembros del Ejército que incursionaron en la zona tras la irrupción del Ejército Popular Revolucionario en Aguas Blancas, Coyuca de Benítez.

Al defensor le viene a la memoria el caso del profesor Magencio Abad Zefe-rino, quien fue brutalmente torturado por militares: "Le enterraron agujas en las uñas, lo desnudaron, le dieron toques eléctricos, lo pusieron en una tabla, lo sumergieron en agua" (Proceso 1075).

Enfrentar los "estragos de la militarización" como organización naciente "nos marcó sobre lo que teníamos que enfrentar, lo que hoy es una realidad: las graves violaciones...

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